Timos y estafas en Euskadi
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Timos y estafas en Euskadi
El mayor estafador del amor del País Vasco deja la cárcel de Zaballa y se muda a BizkaiaEl viernes fue trasladado desde la prisión de Zaballa a la de Basauri. Y ayer arrancó su nueva vida como preso en régimen semiabierto. Cada mañana abandonará el vetusto centro penitenciario vizcaíno para cumplimentar una tarea –no ha trascendido si laboral o de voluntariado, ni ... tampoco la ubicación exacta– con la obligación de retornar al atardecer a su celda. Es el nuevo régimen del vitoriano Francisco Gómez, el mayor estafador del amor del País Vasco.
Ha engañado a «unas 25 mujeres» quienes creían relacionarse con un directivo del Barcelona, un piloto de avión, un sargento de salvamento marítimo, un probador de Fórmula 1 o el heredero de una famosa bodega alavesa, entre otras identidades. Todas falsas, por supuesto.
En la primavera de 2019, la Audiencia Provincial de Álava le condenó a 4 años de prisión por timar a una vitoriana a la que hizo creer que era un príncipe azul. Durante varios meses de relación supuestamente seria –aunque solían verse en Zaragoza porque decía vivir en la ciudad condal– le sacó 171.400 euros. La arruinó, también a su familia. Le hizo creer que trabajaba en el Barça y que departía a diario con astros como Leo Messi. A día de hoy, esta mujer «sigue en tratamiento», desvela su entorno. Insisten en que David –como se hacía llamar– «no ha devuelto ni un céntimo» pese a que la condena así lo exigía.
No fue su primera pena. Ha ido hilvanando varias desde 2001, cuando fue detenido en Madrid por «estafa». De joven, este hombre nacido en 1974 protagonizó pequeños timos en Vitoria, su ciudad natal. «Me dijo que se iba a Andorra, que si le daba 30.000 pesetas (180 euros) me traía un equipo de música. No vi ni una cosa ni la otra», concede uno de sus primeros perjudicados. Enlazó causas en Madrid, Ourense, Almería, Zaragoza, Gipuzkoa con engaños más o menos burdos en los que prometía enormes ganancias con operaciones inmobiliarias.
Fue hacia 2015 cuando se pasó a las estafas del amor. Rompió el tercer grado que cumplía en la prisión de Burgos –de día trabajaba de repartidor– para engañar sentimentalmente a una catalana. Se estableció en Barcelona y usó redes sociales de ligoteo para contactar con mujeres a las que hacía creer que era sargento de salvamento marítimo o miembro del staff técnico culé.
Ahí captó a su víctima vitoriana. Hubo, al menos, otras seis mujeres que cayeron en su red durante esa época. Fue tal su fama que hasta han escrito un libro sobre sus desmanes.
En Zaballa «no ha dado problemas». Es más, gracias a su verbo fácil y su mente calculadora había logrado cierto estatus. La semana pasada, el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria atendió la petición de su abogado de pago de pasar a Bizkaia para empezar a vivir en semilibertad.
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