Manuel Iradier, protagonista «más allá de los límites de los mapas»

En la novela 'El árbol de las palabras' (Espasa), Pascual recurre a su figura e imagina su segunda expedición a África convirtiéndolo en uno de los grandes protagonistas de una ficción que se ambienta en el nacimiento de la colonia española. El autor riojano, conocido por sus conferencias sobre bienestar en organizaciones y otras novelas como 'Taj' o 'El guardián de la flor de loto', ha elegido Vitoria como una de las primeras fechas para presentar su obra. Será el martes 29 de octubre en la Casa del Libro en la calle del Arca (19:30 horas). «He escrito personalmente a las asociaciones de la ciudad -Sociedad Geográfica La Exploradora y Africanista Manuel Iradier- y al coro que lleva su nombre para darles las gracias por mantener su legado vivo», dice acerca de la invitación a los colectivos de la ciudad que reivindican la figura del africanista Manuel Iradier y Bulfy (Vitoria, 1854-Valsaín, 1911).

En esta novela coral integra la segunda expedición de Iradier en 1884. «Para vivirla en tiempo real y, al tiempo, contar en retrospectiva cómo fue la primera y la creación de La Exploradora». Le acompañan otros personajes inventados como Martín Quesada, un finquero soriano, en una historia con otros centrales como Ökkó, un adolescente de etnia bubi, que presencia el naufragio de una goleta española en la isla de Fernando Poo, y Bella Gonzalbo, hija del farmacéutico de la colonia.

Esta ficción histórica se enmarca en un momento crucial, ya que confluyen otros dos acontecimientos: la construcción de la misión claretiana en Santa Isabel y la Conferencia de Berlín en la que las potencias europeas se repartieron África «como si fuera una tarta».

Un decorado para las más de 500 páginas en una narración ágil de un libro que se suma a otras publicaciones inspiradas en el aventurero vitoriano. Iradier, junto al explorador asturiano Amado Ossorio, logró la anexión a España de lo que hoy día es la República de Guinea Ecuatorial. Entre esos títulos se encuentran la novela destinada a público juvenil 'El aprendiz de Stanley', de Paco Climent (1999), o 'La aventura del Muni' (2011), de Miguel Gutiérrez, actual presidente de la Sociedad Geográfica La Exploradora, que recibió el premio de literatura de viajes 'Camino del Cid'. «Me impresionó la profundidad, la representación y lo bien que escribe el viaje», cuenta Pascual acerca de esa bibliografía en la que se ha apoyado durante dos años para adentrarse en la historia de Guinea.

El propio Pascual recorrió la isla de Bioko (Fernando Poo) en busca de escenarios para ambientar esta novela. «Fue muy bonito encontrar una población local que nos tiene tanto cariño», explica. Entre las razones se encuentra que han crecido con la misma televisión. «Cuando día tras día estás bebiendo de una cultura y de una forma de comportarte en lo cotidiano, te sientes muy cerca», relata.

Su fascinación por el país tenía que ver también con su propio árbol genealógico. Su bisabuelo fue subgobernador y sus abuelos vivieron en los años 20 y 30 del siglo pasado en esa isla africana. «Siempre escuché historias de Guinea en casa, no solo anécdotas de lo cotidiano, sino del espíritu aventurero que les llevó hasta allí», cuenta.

De la recuperación de este héroe olvidado le interesaban también sus matices y conflictos. «Cuando su vida personal se desmoronaba y él seguía obsesionado con dar un paso más allá de los límites de los mapas», cuenta Pascual, que a su vez reivindica la labor que desempeñaron su esposa Isabel Urquiola y su cuñada Juliana, quienes también formaron parte de algunas expediciones. «Son dos heroínas que, como tantas mujeres a lo largo de la historia, han permanecido injustamente a la sombra».

Una de las escenas del libro que recupera es del encuentro en Vitoria entre Iradier y Stanley Morton Stanley, uno de los exploradores más conocidos mundialmente. «La aproximación de Iradier a cada kilómetro cuadrado del mapa era desde la admiración y el respeto. No llegaba con ninguna intención de posesión o con un lado perverso, como Stanley sin ir más lejos».