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Agustín Markaide (Mondragón, 1957) es una de las personas que mejor conoce el sector vasco de la alimentación. Presidente de Eroski durante once años, el ... exdirectivo reflexiona esta tarde sobre urbanismo y alimentación (Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, 19.00 horas) dentro del ciclo que la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País ha dedicado a esta materia. Su conferencia versará sobre la alimentación «segura y saludable»
- ¿Qué va a plantear al público esta tarde?
- La cuestión de la seguridad alimentaria viene precedida de crisis de abastecimiento en las cadenas industriales como consecuencia de la pandemia y otras crisis como las de los suministros en Asia o el canal de Suez. Pero también surgió a raíz de la guerra de Ucrania, que afectó al origen de muchas materias básicas. Hay pocas cosas que nos importen más que estar seguros de tener acceso a la alimentación en todo momento. Debemos adaptarnos y modificar el modo en que los producimos, distribuimos y consumimos para reducir ese impacto. Son aspectos relacionados y muy actuales.
- ¿Le preocupa la dependencia alimentaria que tiene Álava con el exterior?
- Desde el punto de vista del abastecimiento, el riesgo es bajo. Hay territorios vecinos que pueden complementar mucho lo que no se produce aquí. Álava es un fuerte exportador de vino, por ejemplo, a territorios vecinos y más lejanos e importa de ellos otras cosas. A niveles más amplios, europeos, sí hay que evaluar la excesiva dependencia de algunos productos como materias primas para piensos o fertilizantes. Hay que realizar planes que mitiguen esos riesgos e incentivar una producción más cercana.
- ¿Cómo se explica la hiperinflación de los precios de los alimentos que hemos vivido en los últimos años?
- El inicio de esa inflación lo conocemos bien. La guerra de Ucrania causó la subida del precio de la energía y una carestía de granos importantes para la alimentación humana y animal. Por si fuera poco, el año agrícola de 2023 en España fue muy malo por la sequía. Todo esto generó un primer incremento de precios en los productos directamente afectados. En un segundo momento todos los demás productos se sumaron por los efectos de las primeras subidas, singularmente los costos laborales que representan el mayor peso y que no se reducen cuando pasa la crisis. Después, las subidas de la energía y las materias primas se han moderado o revertido, pero el aumento de todo lo demás se mantiene.
- ¿Hay espacio en Álava para que convivan las renovables y la agricultura, las placas y las patatas?
- La energía es otro bien en el que el autoabastecimiento es pertinente. Corremos muchos riesgos ante cualquier incidencia con una autonomía que no llega al 10%. En el pasado toda la energía para calentarnos, para cocinar, para el transporte, se producía en el campo. Después, con el carbón, la electricidad, el petróleo y el gas, dejamos de usar el campo, pero con las consecuencias conocidas del cambio climático. Si en el futuro queremos mantener nuestro bienestar, tenemos que volver a usar el campo para estos fines. Haciendo las cosas bien, porque es posible hacerlo así. Una sola crisis energética que afecte a los ciudadanos en un invierno o en un verano, nos puede mostrar las consecuencias de no hacerlo.
- Cuando dejó Eroski en 2022 aseguró que la distribuidora necesitaba cambiar. ¿Siente que se han dado los pasos correctos con Rosa Carabel?
- Me refería a que se había terminado una etapa de reestructuración y de reducción de deuda. La siguiente etapa era de mejora y avance. Eso requería un nuevo liderazgo y nuevas metas. Y eso es lo que veo que está haciendo el equipo de Eroski.
- Recientemente ha defendido la necesidad de garantizar el arraigo de nuestras empresas. ¿Tiene músculo Euskadi para fijar a sus grandes firmas?
- Buscar el arraigo de las empresas clave para el futuro es una gestión permanente, no puntual ni cuando se desata una crisis. La promoción del arraigo es esencial. Una empresa que pierde el arraigo pierde el interés por desarrollar muchas cosas de valor y que no solo sirven para ella, sino también para otras: investigar, promover, comprar… Euskadi tiene la capacidad de generar el músculo financiero necesario.
- ¿Cree que es posible que se repita lo que hemos visto con la compra de Talgo?
- Es un caso que no tiene muchos precedentes y desde luego que puede dar pie a aplicarlo a otros proyectos. De todos modos, de cara al futuro no basta con tener la simple capacidad de decidir la inversión. Además, hay que tener confianza en sacar los proyectos adelante, en que ese dinero público-privado generará la rentabilidad social y económica que queremos. Son claves dos condiciones: que exista un liderazgo claro y un proyecto empresarial atractivo. No todas las empresas que se encuentren en dificultades serán acreedoras de una decisión semejante.
- ¿Lo ve factible en Guardian?
- No conociendo la empresa ni el sector, por mi parte sería aventurado decir otra cosa diferente a lo que he dicho antes. Si hubiera confianza en un buen proyecto y en el liderazgo las demás cuestiones deberían poder resolverse.
- ¿Cómo le suena la reforma fiscal pactada con Elkarrekin Podemos?
- Lo que me parece más relevante es que gracias a ese pacto la reforma va a poder ser aprobada. Los últimos cambios mejoran ligeramente la progresividad fiscal. Sin conocer cómo se reglamentarán las modificaciones sobre el Impuesto de Sociedades, creo que deberíamos evitar algo como aumentar la tributación sobre los beneficios de las empresas vascas. Las empresas son las claves del bienestar económico y es de interés general el que compitan al menos en igualdad de condiciones.
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