Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Guante de seda con la víctima y mano de hierro con el agresor. El Grupo de Intervención en Violencia de Género y Familiar de la Policía Local de Vitoria-Gasteiz fue pionero hace quince años, cuando los casos de malos tratos a mujeres ... y menores aún se trataban en las comisarías como un delito más. Las víctimas se sentían intimidadas. Dos agentes fueron las primeras en ver que aquellas mujeres que llegaban devastadas, llenas de hematomas y muertas de miedo necesitaban mucho más que rubricar un parte de lesiones y una denuncia. Escuchar, ofrecer un café caliente en mitad de la noche, apretarles la mano y poco a poco informarles de sus derechos, de los recursos que tenían a su alcance para intentar salir del infierno...
Esa pequeñísima unidad hoy ha crecido. Sus diez agentes -cinco mujeres y cinco hombres- forman a otros cuerpos de seguridad y acaban de recibir el 'Premio Meninas' de la Delegación del Gobierno en el País Vasco por su lucha contra la violencia de género. El grupo mostró recientemente cómo era su día a EL CORREO, que quiere sumarse al reconocimiento a su trabajo con la entrega de galardón 'Alaveses del mes' de noviembre de 2019.
El grupo atiende sobre todo a mujeres víctimas, aunque también actúa cuando hay menores o ancianos agredidos y en casos en los que son los hijos los que golpean y amenazan a los padres. Cada pareja de esta unidad es mixta, viste de paisano por la cercanía y se turna para poder prestar apoyo las 24 horas. Actúan ante cualquier llamada de auxilio, muchas veces de vecinos, y se personan. Si la persona agredida tiene lesiones, la acompañan a un centro médico para que sea evaluada. También se encargan de buscar el bienestar inmediato de los menores. Y de manera paralela, detienen al agresor y preguntan a los testigos.
No es fácil crear un clima de confianza. Se enfrentan a situaciones de gran tensión. «Pueden pasar cinco horas hasta que esa persona agredida logra contar lo que le pasa», relata la agente primera del grupo. En las dependencias de Aguirrelanda disponen de unas salas apartadas del resto para lograr un ambiente más íntimo. Allí dejan que se tomen su tiempo, les ofrecen una bebida caliente, comida, les dan la mano... «No estamos ahí para juzgarlas, sino para ayudarlas», agrega la agente primera del grupo.
Mientras tratan de calmar y consolar, los agentes poco a poco les explican que tienen derecho a asistencia jurídica, se ponen en contacto con familiares y tratan de que esa primera noche no duerman en el mismo techo que su agresor. Cuando es necesario llaman a emergencias sociales para que les busquen hueco en un piso y les acompañan a su domicilio a recoger sus cosas. No pueden forzarlas a denunciar si no quieren.
También vigilan que no salten las alarmas de las pulseras ni de los GPS de las mujeres con más riesgo. A fecha de hoy se encuentran en vigor en Vitoria 664 órdenes de protección. Ni siquiera las dejan solas cuando van esos primeros días a los juzgados, a recoger a los niños al colegio o a las primeras consultas con las trabajadoras sociales. Incluso se apoyan en intérpretes para que les ayuden con las víctimas de origen extranjero y organizan talleres de autodefensa. «En cualquier fase en la que se encuentra la relación de la mujer con nosotros hay que atender las circunstancias especiales de la mujeres: discapacidad, adicciones, origen, horarios laborales...». Tras estos primeros días, después hay un seguimiento. Aunque aún hay personas que soportan los malos tratos durante años, cada vez hay más sensibilización y se denuncia antes. Eso sí, a los agentes les preocupa el aumento de jóvenes e incluso menores víctimas de violencia machista.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.