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1
Mirar por la ventana, nada más levantarse de la cama, rara vez obtiene semejante recompensa. Vitoria está cubierta por un manto blanco. El silencio, en cambio, no esconde lo que te espera al salid de casa.
2
Lo primero es sacar el coche de debajo de la nieve. Si ha dormido en la calle, toca rascar. Es un rato y podrás ponerte en marcha. Los que pasan la noche en el garaje tampoco se salvan. Igual toca tirar de pala para limpiar la entrada.
3
La maravillosa estampa del amanecer ya no tiene ninguna gracia. Al volante, la nieve es la cosa que más miedo puede dar. Por suerte, los retenes previstos en los planes de vialidad invernal nos echan una mano.
4
Una de las cartas que los responsables de tráfico guardan en la manga, durante un temporal, es la posibilidad de retirar los camiones y vehículos articulados de la circulación. Esto aligera las vías y facilita la limpieza. De hecho, cuando nieva, los camiones nop ueden usar el carril izquierdo de una autovía. Ese es el espacio que necesitan las emergencias y los quitanieves en los casos de auxilio.
5
Caminar por la ciudad es mucho mejor y menos engorroso que conducir. Sin embargo, es fácil acabar sentado en el suelo. La nieve, y en especial el hielo, convierte las calles en una pista de patinaje. Precaución.
6
Todos los ingenios son bienvenidos para limpiar las calles. Si hay que echar mano de una segadora reconvertida en pala quitanieves, se hace. Solo hay que ver el resultado de su trabajo.
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