Una mampara contra el coronavirus en el Palacio de Justicia

El detenido el día anterior. El registro del recién nacido. El mandamiento para obligar a alguien a quedarse en su hogar... EL CORREO ha pulsado la temperatura de esta casa -un microcosmos dentro de Vitoria- durante la primera semana de cuarentena. Lo primero que llama la atención es el equipo de seguridad de la puerta principal. Ahora se exige motivo de la visita para abrir la puerta. Son la primera línea de contención.

En la planta baja del edificio -ideado por los arquitectos Aspiazu Iza (ya fallecido) y Botella Astorqui- se alojan las tres salas más activas; el juzgado de guardia, el Registro Civil y la clínica forense. El primero resuelve los asuntos más urgentes del día como los arrestos, revisa las situaciones de presos o controla que todas las personas en libertad con cargos sigan en el término municipal. Entre el domingo y el lunes pasaron a firmar más de 50. Se les conoce como los 'uniquinces', porque su control se produce los días 1 y 15 de cada mes.

En esta ocasión, se toparon con una mampara y una cinta de plástico de la Ertzaintza como medida de protección con los funcionarios. «Nos sentimos un poco como los grandes olvidados de los servicios públicos. El gel desinfectante lo hemos traído nosotras», ataja una trabajadora judicial. Otra mampara en la sala de declaraciones separa a detenidos de sus interrogadores. Hasta nueva orden, todos los juicios rápidos se han suspendido.

Se han desplomado los robos, hurtos y agresiones por razones obvias. No hay gente en las calles. Por contra, se han incrementado los conflictos familiares. Un maltrador y un reincidente -que escupió a dos cajeras al grito de «tengo el coronavirus»- han ido a la cárcel de manera preventiva. Varias personas -hombres y mujeres casi en idéntica proporción- han recibido órdenes de alejamiento en estos días de confinamiento. Ayer hubo dos detenidos por violencia de género.

En esta semana de aislamiento obligado, las guardias se las han repartido los juzgados e Instrucción 1 y 2. La magistrada Ana Jesús Zulueta lleva las riendas del número 2. «No hay miedo a acabar contagiados, pero sí tomamos todas las precauciones a nuestro alcance», indica la jueza.

Un par de plantas por encima se encuentra el despacho de la presidenta de la Audiencia Provincial de Álava, Mercedes Guerrero. «He dictado un acuerdo para suspender todas las actuaciones judiciales y que los magistrados puedan quedarse en casa localizables», cuenta.

De regreso a la planta baja, un par de operarios coloca una mampara en el Registro Civil, la notaría social. Cada fallecimiento, nacimiento o enlace se notifica en esta sala donde antes había una quincena de funcionarios. Ahora sólo hay uno. «Nos mantendremos abiertos», asegura. Entra Hilario. Feliz pero con gesto cansado. «Hemos sido papás en Txagorritxu. Fue muy angustioso estar allí», afirma.