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Agustín H. B. recibió ayer un pequeño balón de oxígeno. Se lo insufló su hija mayor. Ella protagonizó la declaración más relevante de la segunda sesión del juicio por el asesinato de Ana Belén, ocurrido en Turiso (Lantarón) hace tres años. La joven dejó ... claro que no guarda rencor hacia su progenitor pese a privarle de su madre, a quien Agustín mató a martillazos tras atacarla por la espalda cuando se encontraban en trámites de separación. El asesino confeso se enfrenta a un máximo de 25 años de cárcel y a un mínimo de 15.
Muy afectada durante la casi hora y media que testificó, la hija de Ana Belén matizó que «a mi madre no me la van a devolver, lo único que tengo es mi hermano y mi padre, aunque esté en prisión, y tengo que pelear por poder verle. Estar con él el tiempo que pueda y se acabó. No va a dejar de ser mi padre». Los hijos del matrimonio roto visitan regularmente a Agustín en la prisión de Álava. «Me viene bien verle. Un abrazo, un beso, darle la mano a mí me sirve de mucho».
Cuando arrancó el proceso judicial tras los hechos que tuvieron lugar el 3 de octubre de 2017, la hija de la pareja se personó como acusación particular contra el padre. Acabó renunciando a este derecho. Por eso ayer declaró exclusivamente como testigo. «No me entendía con el abogado, ni él conmigo», estimó. En la actualidad vive con un hermano de su padre y apenas guarda relación con la familia de su madre. «Tenemos diferentes puntos de vista», alegó, respecto a su familia materna. El entorno de Ana Belén –ayer testificaron media docena de familiares y amigos–, achacó esas diferencias a la influencia de Agustín y esbozaron un escenario muy diferente al narrado por la hija.
Las amigas y una hermana de Ana Belén relataron, de hecho, un panorama típico de la violencia de género. El procesado «controlaba el móvil» de la víctima, apuntaron. Ana Belén les contó «nueve meses antes» del ataque mortal su decisión de divorciarse. No dio el paso, coincidieron, por «su situación económica». El matrimonio arrastraba deudas. También le definieron como «un lobo con piel de cordero» y «agresivo». El 5 de octubre, dos días después de su muerte violenta, Ana Belén tenía cita con una asociación para hacer efectiva la separación. «Si había tomado esa decisión es porque no había marcha atrás», aseveró una íntima. «Ana intentaba que sus hijos no se enterasen de lo que estaba viviendo», ahondó. «La tenía anulada», afirmó otra amiga. «Estaba consumida», terció otra.
No lo relató así la hija mayor. Se enteraron de la separación «días antes» del asesinato, tras una bronca de sus padres. «La relación de mis padres la veía bien. Delante de nosotros no había discusiones», insistió. «Aunque se vea raro desde fuera, ni estoy defendiendo ni acusando a mi padre. Quiero que cumpla por lo que ha hecho. Nadie me está comiendo la cabeza para decir esto. Ni tan siquiera él me ha dicho nada».
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La defensa reclama 15 años para este extrabajador de Mercedes, mientras que las acusaciones suben a 25 años. Todas las partes hablan de «asesinato con alevosía», aunque difieren en los agravantes y atenuantes. Los nueve miembros del jurado –cinco hombres y cuatro mujeres– determinarán cuáles se aplicarán, mientras que la pena final (los años en prisión) corresponderá a la magistrada Elena Cabero. Es la misma jueza que firmó la sentencia del caso 'De Miguel', la trama de corrupción del PNV alavés.
Una hermana de Ana Belén tildó al procesado de «celoso y posesivo». Una amiga de la víctima proclamó que «él tenía que saber dónde estaba siempre. Hacía todo lo posible para que estuviera aislada. Por eso dejaron Zaramaga y se fueron a Turiso». Esa población alavesa cuenta con apenas 40 habitantes. Otra conocida alertó de que «es muy buen actor. Un día me admitió que estaba obsesionado con Ana Belén».
A las pocas horas de que Agustín matara a su expareja y abandonara su cuerpo en Miranda de Ebro, la Policía Nacional dejó que viera a su hija. «Me puse a llorar y necesité darle un abrazo. Le dije que necesitaba una explicación. Dijo que no se acordaba bien. Sí me dijo que había discutido por la mañana con mi madre. Que discutieron fuerte, que se hicieron daño mutuamente a nivel sentimental, que se le fue de las manos y que le dio un golpe fuerte. No le pedí más explicaciones. Me bastaba con que lo reconociera». En este punto, la fiscal, Camino Méndez, le requirió: «¿Quiere prisión para su padre?». La jueza no la dejó contestar. «La testigo ha venido a contar los hechos, no sus sentimientos», zanjó.
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Tras la declaración de la hija menor del matrimonio roto, le ha tocado el turno al pequeño de la familia. Este chico aún es menor de edad, de ahí que el Consejo del Menor se haya presentado en su nombre como acusación particular. Debido a que no ha alcanzado la edad adulta se ha optado por retransmitir la declaración que prestó hace un par de años en sede judicial. Sus palabras han sido imposibles de seguir para los periodistas que estaban en la cuarta planta del Palacio de Justicia. Básicamente no se escuchaba nada. La vista se celebra en la Audiencia Provincial de Álava, en el segundo piso. De los más de diez minutos de grabación, lo único entendible para los informadores ha sido el momento en que el adolescente ha manifestado que estaba «un poco enfadado» con su padre por su asesinato con alevosía.
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