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Tomar un café -que no sea 'para llevar'- en Álava es una tarea complicada, y ahora aún más tras el cierre de la hostelería en Llodio. Ya es el 88% de la población alavesa la que residen en municipios donde, por su elevada tasa de ... incidencia del covid, la hostelería tiene orden de permanecer cerrada. Solo es posible sentarse a disfrutar de esos placeres en localidades pequeñas y, entre las grandes, en Amurrio, que resiste en el índice de 232 casos por 100.000 habitantes -menos de la mitad del límite que da paso a la 'zona roja'- desde hace días. También Alegría abrirá hoy sus bares, pero en la Llanada se han sumado al listado de cierres Asparrena e Iruraiz-Gauna. Rioja Alavesa también registra una elevada transmisión comunitaria y los bares de Moreda tendrán que cerrar sus puertas, mientras Kripan recupera la normalidad. La Cuadrilla de Gorbeialdea añade a la zona roja de la tabla a Aramaio. En algunos pueblos, la hostelería abre y cierra como un yoyó.
La clausura en Llodio se esperaba desde la semana pasada, cuando la incidencia empezó a crecer con cifras de hasta trece infecciones en un día y se mantuvo por encima de los dos dígitos en varias ocasiones. La última esperanza de contener el crecimiento durante el fin de semana fue en vano, pese a que en los últimos días se había notado menos gente en la calle. Sin embargo, durante el sábado y sobre todo el domingo, que amaneció soleado, aumentaron las relaciones sociales y con ellas la posibilidad de nuevos contagios.
josu martín, del Arrañope
Ya el viernes, tras rebasar por poco más de un punto la cifra que obliga a aplicar nuevas restricciones, la hostelería confiaba en la contención del crecimiento, en la misma línea que sigue el resto de Euskadi, donde se ha registrado ya una ralentización y en Álava quedó por debajo de 600.
Los hosteleros respiraban ayer resignación y mucha incertidumbre mientras esperan la resolución del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco -que se producirá hoy- acerca de las medidas cautelares que reclaman para poder abrir en todos los municipios.
Josu Martín, del Arrañope, estaba decepcionado. «Esta situación nos genera mucha impotencia y nerviosismo porque no sabemos cuándo podremos abrir de nuevo», explicó. Mientras Luis Suárez, del Bonaire, estaba «resignado». El nuevo cierre es «un paso atrás, un ciclo en el que no sabemos qué va a pasar, si podremos volver a abrir en quince días o en una semana y el personal también está cansado. Todo es incertidumbre», señaló.
eva gómez, del Pozo
En Ugarte, Eva Gómez, del bar El Pozo pide «concienciación» a su parroquia. Ha cumplido las bodas de plata detrás de la barra, pero asegura que «es la primera vez que vengo sin ilusión a trabajar, con miedo». Descarta abrir su negocio para servir cafés 'take away'. «¿Para qué?. Si luego la gente se va al parque y sigue haciendo grupitos. No lo veo bien. Que lo lleven a casa o al trabajo y se lo tomen allí», apunta.
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