Si ya es un reto en Vitoria, en el resto del territorio adquiere el rango de misión casi imposible. El mercado del alquiler en otras poblaciones de Álava apenas ofrece alternativas. Ni Llodio, con 18.000 habitantes, ni Amurrio, con 11.000, tienen arrendamientos que ... ofrecer en sus inmobiliarias. Hojas en blanco desde más de un año y largas listas de espera. «No existe», asegura categórica Petri Jiménez Heras, de la Landako, cuando se le pregunta por disponibilidad. En sus oficinas de Amurrio hay «más de trescientas personas pendientes, algunas desde hace dos años». En Llodio, más de lo mismo: ni una sola casa libre. Las inmobiliarias registran peticiones «cada día», pero los propietarios no acuden con esa misma frecuencia.
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Esa estampa de Ayala, sin embargo, es común al resto del territorio, donde los acuerdos entre particulares son prácticamente la única alternativa. Una simple búsqueda en los principales portales de internet refuerza la idea de que las opciones son exiguas. En uno de los más populares, el listado de alquileres se reduce a un centenar en todo Álava: 85 en Vitoria y 15 fuera de la capital. Y algunos incluso se repiten.
EL CORREO ha rastreado hasta cinco páginas webs del sector y, pese a ello, núcleos de la entidad de Iruña de Oca (3.664 habitantes), Agurain (5.254), Laguardia (1.555) o Labastida (1.646) no tienen ni un solo piso en alquiler. En algunas inmobiliarias de estos municipios, la respuesta es directa: «Sólo venta», responde un agente de Oion.
Desde Llodio, Gerardo Eguía apunta a la Ley de Vivienda: «La nueva legislación ha empeorado la situación en vez de mejorarla. Si antes había poca vivienda en alquiler en Llodio, ahora no hay nada». Ese análisis es compartido en Laguardia. Javier Nájera, de la inmobiliaria Uvicamp, tiene claro que «si esa Ley se pone, será peor aún».
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600€
Es la cuota a pagar por el piso más barato en el territorio, en Zambrana. El alquiler más caro se encuentra en Zuia, donde se ofrece un chalet por 3.500 euros.
«¿Quién compra dos pisos en Alegría, uno de ellos o los dos para alquilar?», se pregunta Elena Alangua, de Alangua Viviendas. Ella es más prudente para hablar del marco legislativo. «No hay hábito. Rara vez se compran pisos para alquilar fuera de Vitoria. Quien compra un piso en Alegría lo hace para su uso propio, no para especular. Yo soy muy simple y creo que muchas veces los problemas no los buscamos nosotros mismos».
De vuelta a Llodio, Beatriz Gastaka, de Fincas IPS, señala que muchos propietarios «optan por ir a Etxebide». A través del Programa Bizigune, el Gobierno vasco también alquila viviendas de particulares. En esos casos Lakua se encarga de gestionar el alquiler, tramita el certificado energético e incluso adelanta dinero para las reformas que necesite la vivienda en cuestión. Hace cuatro años, este programa gestionaba 782 pisos en el conjunto del territorio. Ahora son algo más: 862 según los datos facilitados por el Ejecutivo a este periódico.
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Entre quienes siguen optando por arrendar en el mercado libre, también han crecido las exigencias: «Mucha gente nos dice que no quieren extranjeros, ni familias con niños, que tengan contrato fijo o que no cobren la RGI», añade Gastaka. En la inmobiliaria Nervión también acuden dueños con esos mismos condicionantes: «No se cortan al decir que no quieren extranjeros», refieren.
660€. Es la cuota a pagar por el piso más barato en el territorio, en Zambrana. El alquiler más caro se encuentra en Zuia, donde se ofrece un chalet por 3.500 euros.
Hasta 300 personas en lista de espera. La escasa oferta y la alta demanda han movido a las inmobiliarias a crear listas de espera en municipios como Amurrio o Agurain.
862. Es la cifra de alaveses han confiado al Gobierno vasco el alquiler de sus pisos a través del programa Bizigune. Son 80 más que hace cuatro años.
Núcleos relevantes sin pisos. La problemática de las cabeceras de Ayala no es exclusivo de ellas. Pueblos como Iruña de Oca, Agurain, Oyón, Laguardia o Labastida no ofrecen ningún techo en alquiler.
Desde Salvatierra, Diego de Aracil, de la Inmobiliaria Agurain, apunta a este mismo problema. «Los extranjeros tienen trabajos más precarios y eso hace que los propietarios pongan muchos más requisitos; tienen miedo a no cobrar». En este municipio, como en Llodio o Amurrio, también hay lista de espera, pero los requisitos obligan a hacer «un cribado hasta dar con el perfil que quiere el propietario». Cada día preguntan «cuatro o cinco» inquilinos, pero sólo les pueden ofrecer la lista de espera.
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En Rioja Alavesa, en cambio, ese factor no opera tanto. «Aquí no se da el caso. De hecho, buena parte de lo alquilado son arriendos de inmigrantes», señala Nájera. Para él, al sur del territorio entra en juego otro factor: las segundas viviendas. «Hay muchas y sus dueños buscan disfrutar de ellas cuando quieran». Y no deja de lado la oportunidad para señalar una problemática específica de Laguardia: «Dentro del pueblo no se facilita hacer obras. Hay pisos vacíos, pero es complicado hacer una reforma. Y las cosas hay que sacarlas y meterlas a mano» en una villa que está amurallada. «Aquí no ves pisos en alquiler ni los vas a ver», sentencia.
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