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El frío invernal y las rachas de nieve invitaban a quedarse en casa el pasado sábado 2 de febrero. Es lo que hizo una familia residente en uno de los mejores chalés de Armentia. Minutos antes de las diez de la noche telefonearon a la ... Ertzaintza desde este edificio, levantado en una lujosa finca de unos 2.000 metros cuadrados. Alguien había arrancado su caja fuerte. En su interior guardaban «alrededor de 35.000 euros», según ha sabido este periódico. También echaron en falta diversas joyas.
Se trata del mayor robo en una vivienda de Vitoria de los últimos quince años. Hay que rebobinar hasta julio de 2003 para marcar un expolio de calado similar. En la primavera de 2016, una banda de ladrones de Europa del Este vació un piso del centro en «apenas diez minutos». Salieron de él con «joyas valoradas en 20.000 euros» escondidas bajo su ropa. Días después, uno de los presuntos autores fue detenido por la Policía Local. A los pocos meses, este ladrón profesional, y antiguo dentista, aceptó el destierro forzoso a su Georgia natal tras sellar un acuerdo con la Fiscalía.
Pero el caso del sábado sigue unas pautas diferentes. Todo indica que el saqueador o saqueadores sabían qué buscar y dónde. Se colaron con total sigilo en la parcela, que cuenta con una casa principal y una edificación anexa para utensilios y aperos, por donde supuestamente accedieron a una habitación de la primera planta, donde se escondía la caja fuerte con el dinero.
Este arcón metálico estaba «anclado», por lo que tuvieron que arrancarlo o soltarlo de alguna manera. Y lo lograron sin hacer ruido. Porque, salvo «un rato» en que los propietarios salieron de la finca, pasaron toda la tarde cobijados de la gélida ola que maquilló Vitoria de blanco.
Es decir, se cree que los cacos y los dueños pudieron «coincidir» sin que los segundos se percataran de lo que ocurría unos metros por encima de sus cabezas. Ninguno de ellos oyó nada extraño a lo largo de la tarde de sábado.
Desde el exterior, la casa no se diferencia en nada del resto de chalés y adosados repartidos por Armentia. Un muro de piedra y un prominente seto vegetal protegen a los moradores de miradas curiosas.
Los autores «tuvieron que ser muy rápidos». Obviaron el resto de estancias de la vivienda para centrarse en la habitación con el dinero. «Todo indica que sabían a por lo que iban», puntualizan fuentes consultadas por El CORREO. Tampoco tocaron nada más de la habitación donde se escondían los miles de euros.
En el precedente de 2016, por ejemplo, se trataba de ladrones que iban al por mayor. Cada día probaban en tres o cuatro pisos sin conocer qué descubrirían detrás de la puerta.
El Grupo 6 de la Policía vasca, una unidad especializada, se ha hecho cargo de la investigación. Además de peinar la propiedad en busca de huellas, dactilares o de zapatos, también revisa cada cámara de seguridad que hay por la zona.
Según ha sabido este periódico, sus agentes ya trabajan sobre algunos indicios con la esperanza de poder desentrañar en próximas fechas este misterio ocurrido en la zona más exclusiva de la capital del País Vasco.
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