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En las elecciones del 10 de junio de 1987, miércoles, el ciclón Eusko Alkartasuna (EA) arrasó en Álava. El mapa político sufrió un cambio radical tras la división del PNV. También fue un hito en Salvatierra, que puso su makila en manos de quien la ... iba a goberar durante décadas. Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero este antiguo profesor de Física y Química ha resistido en el Ayuntamiento de la 'capital' de La Llanada hasta que ha decidido jubilarse. Veintiocho años como alcalde y cuatro como líder de la oposición por apenas siete votos. ¿Sus proyectos ahora? Escribir, volver a la universidad –«pero una especial para mayores, que ya tuve suficiente con años de la carrera en Valladolid»– y agenciarse una huerta. Compartimos un paseo por Agurain con quien se despide estos días de un despacho que conoce bien.
Una media sonrisa aflora en su rostro cuando reconoce que ha sido un 'verso suelto' de la política. Si bien accedió al poder con las siglas del partido fundado por Carlos Garaikoetxea, las discrepancias con el aparato le llevaron a concurrir a las elecciones como independiente y después con el PNV, además de haber formado parte del fallido experimento de Hamaikabat. «Cuando he ido a reclamar algo a la Diputación, nunca me ha importado quién estuviese en el poder porque acudía con un proyecto concreto y he conseguido entenderme con cualquiera, da igual que fuese Fernando Buesa, Ramón Rabanera o Xabier Agirre. El alcantarillado o las carreteras no entienden de colores políticos».
«Iñaki, ven para aquí que tengo algo que contarte», exige una señora desde unos soportales. Cuando Beraza sale de la Casa Consistorial apenas aguanta veinte metros caminando por la calle Zapatería sin que alguien le interrumpa. «Ahora hablamos mucho de participación ciudadana y, aunque ahora hayamos mejorado los mecanismos, todo se limita a pisar la calle y escuchar», indica el regidor, que asegura que muchas de sus ideas han salido de «la conversación con la ciudadanía». Orgulloso del trabajo realizado durante más de tres décadas, justo después de presidir una Junta de Gobierno de cuatro horas –donde sobre todo se resolvieron expedientes urbanísticos sobre el proyecto de Curtidos– reconoce que la toma de decisiones siempre es complicada y que, «por supuesto, desgasta».
No niega que tuvo la oportunidad de acabar dentro de alguna consejería del Gobierno vasco o en un departamento foral. «Pero yo no soy de esos que dan su visto bueno porque un 'mando' le marca con el pulgar hacia arriba y en contra, porque lo cambian hacia abajo. Asesoramientos siempre, exigencias nunca», recalca. «Más de uno me amenazaba con ir a mi partido para que me obligaran a hacer algo y yo les invitaba a que lo hicieran porque sabía la poca influencia que iban a tener. Yo sólo vivo y respiro por la gente de aquí», confiesa.
Los años de plomo de ETA fueron duros en Salvatierra. «Poco después de ser nombrado alcalde mataron al general del Ejército Luis Azcárraga, un señor de 80 años que era nuestro vecino y salía de misa con su esposa. En lo personal he sufrido encontronazos y pintadas que ahora tampoco quiero recordar», dice, aunque aprovecha la ocasión para apuntar que los líderes políticos de la izquierda abertzale de la época eran «más profundos, cuando en la actualidad son bastante mediocres».
Mucho se habla de la despoblación en las últimas fechas, pero Beraza ya lo planteó como prioridad cuando accedió a la Alcaldía en 1987. «Vivir en Vitoria es muy atractivo, por eso tuvimos que hacer una apuesta importante por el sector industrial para intentar 'atrapar' a la gente y frenar la huida de habitantes», señala el veterano. «Cuando llegamos no había ningún polígono urbanizado», pone como ejemplo. La clave para «casi multiplicar por dos» su población fue proporcionar a la ciudadanía de toda clase de servicios: escuela de música, piscinas climatizadas, zonas deportivas, teatro, cine... «Aquí hemos pasado de recoger la basura con Jeep y un carro a tener contenedores y buzones neumáticos», recuerda. Pero en ese incremento demográfico destaca que uno de los objetivos ha sido «mantener la identidad del casco histórico y no consumir suelo en exceso para la construcción de chalets unifamiliares», como ha sucedido en otras localidades.
Hace pocos meses que el Ayuntamiento de Salvatierra abandonó el 'rescate' económico tras siete años. Y es que durante la crisis tuvo que hacer frente a una deuda viva de 9,6 millones. Pese a que este notorio traspié le sirvió para acumular críticas, Beraza lo tiene claro. «Entiendo que los números dan muchas vueltas, pero las infraestructuras eran necesarias, las inversiones eran visibles y los asuntos sociales eran impostergables. Si me diesen la oportunidad de volver al pasado volvería a hacerlo igual», clama el veterano político. «También hay que tener en cuenta que todo depende de quién hace las cuentas», lanza.
Como mejores recuerdos, Beraza guarda la reinauguración de la Casa Consistorial y de la sala Harresi, pero también el hermanamiento con el municipio francés de Bazas. Y es que esto último le sirvió para vivir una etapa del Tour de Francia desde el coche del director de carrera. «Es impresionante. Encima se dio la casualidad de que que Igor González de Galdeano (entonces en Once) vestía el maillot amarillo, cuando su ama nació en Agurain. Incluso me puse nervioso cuando me crucé con él y su hermano Álvaro en el control de firmas».
Álava ha tenido siete diputados generales en las últimas tres décadas y el alcalde de Salvatierra asegura que se ha entendido con todos ellos sin importar su 'color' político. «Yo siempre que he ido a Vitoria ha sido con un informe o datos que respaldasen mis reclamaciones», subraya.
Las inundaciones de julio de 1988 supusieron uno de los primeros reveses de Beraza como alcalde. Más de 12 millones de euros de la época en desperfectos. «Traíamos el agua potable en lecheras. Fui el último alcalde que cortó el suministro en verano. Algo impensable hoy en día».
«La mala educación nos cuesta mucho dinero», decía Beraza en 2002 y repite ahora. Entonces quisieron poner límite a los vándalos, la pegada masiva de carteles o las heces de perro. «No necesitamos policía municipal», destaca como avance, aunque en la misma Casa Consistorial se observen pintadas.
Si hubiera estado en sus manos, Iñaki Beraza habría tomado justo el camino inverso asumido por Eusko Alkartasuna. En vez de aliarse con la izquierda abertzale para constituir EH Bildu, habría virado hacia el PNV donde ha acabado militando. «Y sumando más protagonismo del que ahora tienen».
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