![«Llegó a Vitoria solo con el móvil y unas monedas»](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201812/17/media/cortadas/delfin-U4057666676uIB-U601917802973PII-624x385@El%20Correo-ElCorreo.jpg)
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María José Pérez
Martes, 18 de diciembre 2018, 01:14
Bienvenue llegó a Vitoria el 2 de diciembre con un móvil, unas monedas y el billete de autobús que alguien le dio en Algeciras con destino a la capital alavesa. Después de una larga travesía que arrancó en su Guinea Conakry natal y le ... obligó a cruzar el Estrecho, ahora está acogido en el centro foral para menores extranjeros no acompañados ('menas') Bideberria, no sin haber pasado antes por otro periplo, en este caso administrativo, que a punto estuvo con dejarle a la intemperie, sin asistencia. Antes de ser admitido en el centro, hubo de tocar la puerta de dos instituciones, dos cuerpos policiales, una ONG y hasta la Fiscalía.
Aunque en ese laberinto Bienvenue no estuvo solo. Porque a las horas de llegar aquí, Delfín Vergara, un policía local ya jubilado, lo encontró en Zaramaga. «Sólo tenía un teléfono móvil y unas monedas como únicas pertenencias», relata a EL CORREO este hombre que se convirtió en su 'ángel de la guarda'. Aunque él asegura que no es para tanto. Se interesó por él al verlo con poca ropa pese al frío y «por la forma en la que estaba sentado en un banco».
Gracias a un amigo «francófono, pudimos saber que había llegado a Vitoria ese mismo día». ¿Por qué Vitoria? «Porque alguien en Algeciras le había dado un billete de autobús». El destino fue una casualidad que llevaba aparejada cierta dosis de 'suerte', si se le puede llamar así, para alguien que «por lo que pude entenderle, creo que llegó a España en patera». A las pocas horas de estar en la capital alavesa, Bienvenue pudo abrigarse «con una chamarra que le trajo un amigo mío», y saciar el hambre –«llevaba dos días sin comer»– gracias a la solidaridad del expolicía, que se lo llevó a su casa, donde se quedó «hospedado hasta el lunes». Era 3 de diciembre y arrancaba el largo camino para que fuera atendido por los servicios sociales.
Tras una primera parada en Cruz Roja, en la unidad de Urgencias del Ayuntamiento «entendí que nos derivaban a la Diputación porque habló con él una trabajadora social y salió con un plano que señalaba el edificio Deba a 2,9 kilómetros». Ahí llegó el primer problema debido a que «no tenía ninguna documentación». Para conseguirla, el chico «habló por teléfono con su madre, que sigue en Guinea Conakry». También continúa en contacto «con un hermano que está enAlemania» y que como él emigró por «la situación de pobreza que padecían. Eso es lo que le comentó en la cena a un finlandés, que sabe francés, y que vino a mi casa de visita».
Delfín recurrió entonces al grupo de Menores de la Policía Local, «que nos llevó a la Policía Nacional». Los agentes comprobaron que el joven estaba reseñado en Algeciras como nacido en 2001. Ante tal circunstancia, ellos se hacían cargo «y lo tenían que trasladar a un centro como 'mena'». Para ese momento, las pertenencias de Bienvenue habían aumentado «porque nosotros le compramos zapatos, ropa y algunas otras cosas como chocolate, un diccionario de francés y una Biblia porque es cristiano», detalla Delfín, miembro de la Iglesia Evangélica.
Casualidad, Bienvenue profesa la misma religión. 'Le dimanche a l'église' (el domingo a la iglesia), relata Delfín, con visible satisfacción, que le dijo el chico la primera vez que acudió la pasada semana a visitarlo al centro en el que espera a ser sometido a pruebas para certificar que es menor. Al parecer, el registro de la Policía Nacional de Algeciras, en donde figura que tiene 17 años, «no es suficiente», lamenta su benefactor, que cree que la Diputación actuó de forma «ilegal y arbitraria».
Cuando él dejó al menor con la Policía no podía ni imaginar que pocas horas después tocaran el timbre de su casa para 'devolvérselo'. «Le noté muy cansado y tuve que obligarle a comer», recuerda. Delfín trató entonces de hablar con el alcalde, pero sólo pudo hacerlo con Peio López de Munain, concejal de Políticas Sociales, «que me dijo que era competencia de la Diputación». Así acabó el caso ante la Fiscalía de Menores. «En poco tiempo» lograron que fuera acogido en Bideberria.
Tras todos esos avatares, «en el centro está bien», matiza Delfín, que ha pedido por escrito al director del Instituto Foral de Bienestar Social que autorice a Bienvenue a salir con él. En realidad, la gestión sería suficiente con hacerla las oficinas del edificio Deba, pero allí hay un obstáculo para él. Porque puede coincidir con la trabajadora a la que denunció por trato vejatorio cuando llevó los enseres que Bienvenue había dejado en su casa. «El cargador, el diccionario y la Biblia nos ha dicho que no le han llegado», lamenta este solidario vitoriano, que enseña «a leer y escribir a refugiados» en Accem, la ONG en la que es voluntario.
De momento, no ha obtenido respuesta a su deseo, que todavía va un poco más lejos: «Poder celebrar juntos la Navidad». Y puestos a pedir, también le gustaría que «algún equipo de aficionados le haga alguna prueba porque le gusta mucho el fútbol».
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