La letra en la sigla

El departamento que dirige la jeltzale Cristina Uriarte mete la tijera a saco. De los casi 200.000 euros anuales que destinaba al centro asociado de la capital alavesa pasa a una pizca menos de la mitad. ¿Saben cuánto dedica el Ejecutivo navarro, en manos de Geroa Bai, a sus dos ubicaciones en la comunidad autónoma, radicadas en Pamplona y Tudela? Al borde de los dos millones. La localidad ribera, con menos alumnado que Vitoria en esta universidad del bendito mando a distancia, maneja en torno a los 800.000 euros por ejercicio de los presupuestos forales. Y sé de qué hablo cuando escribo de la UNED. Desde las altas esferas, y no por mis aptitudes docentes, hasta el trato directo con personas matriculadas.

No necesito intermediarios para asegurar que la directora del centro asociado en la capital alavesa, Teresa Imízcoz, lleva un par de meses tratando de rescatar su ánimo huido por la alcantarilla. Echa cuentas y no le salen ni las de la vieja. Sabe que semejante poda redundará en perjuicio de una clase estudiantil vocacional, abnegada y sin ínfulas de hinchar currículos a estas alturas de sus vidas. No conozco una labor más democratizadora del conocimiento que la impartida por la UNED.