Cuando veíamos películas del Oeste, y no las tonterías que se ven ahora, siempre ocurría que el malo se escapaba, el bueno le perseguía y, a pesar de que el malo era muy malo, el bueno le acababa alcanzando, le derribaba y le daba una ... buena paliza. Por culpa del caballo. Antes de seguir, quiero aclarar que al cabo de las veces, a mí particularmente, no al resto del cine que aplaudía y pataleaba entusiasmado, cuando ocurría lo de siempre, ya no me gustaba y estaba deseando que el malo consiguiera escaparse o que se parara, se bajara del caballo y le diera una buena tunda al bueno. Pero no solía ocurrir. De todas maneras, voy a lo que voy, a lo de que 'eres más lento que el caballo el malo'. Y sus consecuencias.

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El recuerdo, y su frase, me ha venido sentado a lo jubileta en un banco de los de la calle, en la zona peatonal. Lo que da de sí el no tener otra cosa mejor que hacer que ver lo que pasa. Y lo que pasa es. Por la mañana, hasta las doce, además del ir y venir de la gente, hay un trajín importante de furgonetas de reparto. Hay momentos en que llegan a haber muchas de ellas. Y lo curioso es que no molestan nada. Vienen, aparcan, los operarios descargan, reparten, se van... Como lo hacen todo de manera razonable, a nadie molestan. Es más, si algo comentamos es el gusto que da ver esa actividad laboral, gente trabajando, muchos de fuera, para que no se hable tanto. ¡Esto es la economía en su grado más puro, me dice un compañero! Mientras estas furgonas se muevan tenemos esperanza de futuro. Yo, más cauto le respondo, que sí, pero que tampoco hay que exagerar, aunque estoy básicamente de acuerdo.

Bien. Estamos así en nuestras cosas, cuando de repente aparecen agentes municipales. A caballo. Se apean, se dirigen a cualquiera de los trabajadores de furgoneta y les multan. ¿Por qué? Porque están parados y no tienen escapatoria. Porque sus caballos no es que sean lentos es que tienen obligación de quedarse allí, para que les multen a sus amos, bueno, empleados. ¡Nos da una rabia!

Admitimos que los guardias son los buenos, siempre lo son, pero no aceptamos que los trabajadores repartidores sean los malos. Porque les conocemos. Sabemos cómo se comportan y lo hacen estupendamente. Hablando de velocidad. Si alguien alguna vez pasa por la zona peatonal demasiado deprisa, son los buenos y no porque vayan persiguiendo a los malos, porque no reducen lo que debieran. Sin más.

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Y, ahora viene lo mejor. ¿A que no saben por qué los buenos se ceban con los que se ceban en vez de perseguir a los malos? Porque los malos van en patinete o en bicicleta a toda velocidad, incumpliendo todas las legalidades, algunas veces trabajando, no lo niego, pero otras no. Y claro, salir detrás de ellos es costoso. Para qué intentar ponerles una multa, a todo correr, cuando tengo a mano a todos/as los de las furgonas, para empapelarlos con tranquilidad...

Quiero terminar con una advertencia. Todo lo que he dicho es cosa del guion. Los actores, los buenos, los malos, los demás, no hacen más que lo que deben. Evitar las escenas que he descrito es tan sencillo como dejar bien claro mediante todo tipo de señales y de técnicas que por este tipo de calles no se puede correr. Nadie. Ni buenos ni malos.

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