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Tratar de resumir una trayectoria deportiva en pocas palabras resulta complicado. Y más cuando la protagonista es una de las figuras más destacadas que ha ... dado el baloncesto alavés. Laura Pardo (Vitoria, 1989) acaba de poner fin a casi 20 años de trayectoria deportiva. Lo hizo como capitana del Araski, el club en el que ha desarrollado la mayor parte de su carrera y al que ha contribuido de forma decisiva en sus momentos brillantes. No se entiende el equipo vitoriano en la élite femenina sin la figura de Pardo. Esta es una de las razones por las que ha sido reconocida por EL CORREO como Alavesa del Mes.
«Estoy muy emocionada, no sé como agradecer todo esto», dice Pardo en unos días en los que le llueven los reconocimientos. De hecho, hoy mismo, su nombre también sonará destacado en la Fiesta del Deporte Femenino que organiza la Diputación. La retirada tiene una punta agridulce para la propia Pardo. Porque ella no deja de recordar, casi cada vez que tiene ocasión, que los pobres salarios que se cobran en el baloncesto femenino de élite no dan para llegar a fin de mes. «Durante muchos años he compatibilizado jugar a baloncesto con un trabajo. He dado el 100% en los dos sitios y se ha hecho muy duro. Ha supuesto en esfuerzo bastante grande».
Por su altura y cualidades, Laura Pardo destacó pronto. Formada en el Club Araba, a los 15 años de edad se marchó a Madrid para continuar su formación en el Real Canoe, equipo donde disputó sus primeros minutos en la Liga Femenina 2, la tercera máxima competición de clubes en España. Tres años más tarde, la alavesa decidió volver a casa y se incorporó al Gasteizko Abaroa antes de emigrar, por última vez, fuera de su ciudad natal. En 2010, firmó por el CD Irlandesas antes de «cumplir mi sueño» de vestir la camiseta del Araski en 2011. Desde entonces no se ha desprendido de la camiseta verde. 211 partidos, de los que 159 se cuentan en la máxima categoría del baloncesto femenino. Números que tal vez suenen algo abstractos, pero para hacerse una idea sólo hay que imaginar que para un pívot un solo encuentro puede resultar una verdadera paliza, un desgaste físico de contactos continuos y poco lucimiento.
Capitana del conjunto vitoriano desde su retorno, la pívot esgrime su ética de trabajo como la mejor virtud. Una entrega «total» al colectivo que cristaliza en una especie de autoridad moral. Su papel como una de las líderes del vestuario en el Araski ha sido esencial en el desarrollo deportivo del equipo, que ha finalizado entre los ocho primeros en tres de las últimas seis temporadas. En la campaña 2019-20 el Araski se elevó a la quinta plaza. El primer puesto cosechado en la Liga Femenina 2 o los tres trofeos de la Euskal Kopa, entre 2017 y 2019, constatan más aún su huella en el cuadro dirigido por Madelen Urieta. «He tratado que todas mis compañeras se hayan adaptado al equipo lo más rápido posible. Intento ayudar a las chicas en todo lo que puedo».
Como pasa en la vida, se cierra una puerta y se abre otra. A Laura Pardo se le hace complicado imaginarse a sí misma sin tener algún tipo de contacto con el balón. Esto explica que se haya matriculado para preparar el segundo grado de entrenadora, al tiempo que dirige al equipo junior del Araski. «Con tiempo y dedicación uno puede llegar a donde se proponga», aporta como norma de vida.
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