Las colas llegaron hasta la calle Paz, pero no siempre se mantuvieron tan ordenadas y llegó a ser necesaria la intervención policial para garantizar que todo discurría conforme a las estrictas normas del estado de alarma. El mercado de productores de Santa Bárbara regresó ayer ... a esta plaza vitoriana después de la marcha atrás del Gobierno vasco, que un día decidió suspenderlos en toda Euskadi y un par de jornadas después terminó por autorizarlos de nuevo. El de Vitoria -que el pasado sábado no se celebró por este motivo- volverá mañana a la misma ubicación, pero lo hará con nuevas reglas. La avalancha de clientes de ayer obligó al Ayuntamiento a adoptar medidas excepcionales para las próximas citas.
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«Ha venido muchísima gente que es habitual de los sábados y que el pasado no pudo venir. Por eso se está acumulando hoy la clientela», señalaba José Miguel Delgado desde su puesto de verduras. Sus compañeras llamaban mientras por orden numérico a los clientes, obligados a guardar un metro y medio de distancia de seguridad. Agentes de la Policía Local y de la Ertzaintza comprobaron durante toda la mañana que se cumplía esta norma básica del estado de alarma, mientras voluntarios de la Cruz Roja repartían mascarillas entre los compradores. Se vivieron algunos momentos de tensión cuando las filas comenzaron a mezclarse y descontrolarse y los agentes llegaron a advertir de que si la situación continuaba así el mercado podría ser clausurado de nuevo.
El Ayuntamiento de Vitoria no quiere llegar a ese extremo y mantiene firme su apuesta por que los productores sigan pudiendo vender de manera directa el género de sus huertas, queserías u obradores. Mañana se obligará al cumplimiento de una serie de reglas que garanticen la seguridad. «Vamos a reforzar las medidas que ya se venían aplicando. Los productores tendrán que guardar seis metros de distancia entre sus espaldas y cuatro metros entre puesto y puesto. Entre clientes y entre cliente y vendedor se exigirá un mínimo de dos metros», desgranó a EL CORREO Igor Salazar, concejal socialista de Formación, Empleo y Comercio. Se aumentan así las distancias que se exigían hasta ahora. Pero habrá más novedades. «Se colocará cartelería para recordar las normas y reforzaremos el personal que se encarga de la vigilancia en el mercado», explica Salazar, en referencia a los trabajadores de una empresa externa que controla junto a los técnicos municipales el cumplimiento de horarios, licencias y carga y descarga. Estas medidas se han tomado en coordinación con el departamento de Salud Pública así como con la jefatura de la Policía Local, insistió.
También se ha hablado con los productores, que ayer mostraban su sorpresa por la gran afluencia de clientes. No ocultaban las dudas sobre si el Gobierno vasco podría volver a prohibir el desarrollo del mercado. Lo cierto es que para muchos supone el porcentaje más alto de sus ingresos. «Nos ha sorprendido la de gente que ha venido hoy desde primera hora. Creo que muchos están haciendo acopio porque temen que nos vuelvan a prohibir vender, se está generando mucha incertidumbre», compartía el productor riojano Jesús Ángel de Casas. «Pero si el género pasa solo por nosotros y va directo al cliente... En mi caso lo toco solo yo. ¿Y en un supermercado?», se cuestionaba con indignación pero sin dejar de despachar vino, aceite, nueces o almendras.
Su queja la compartían muchos de los vendedores. «Si no venimos aquí, se lo tenemos que vender a los almacenes y nos lo están pagando al precio mínimo. Yo tengo 10.000 kilos de manzana en cámaras y espárragos a los que he tenido que dar salida a través de mayoristas», compartía el navarro Mario Martínez, que retornaba a su puesto en el mercado tras varias semanas. Es asmático y por seguridad prefería no montarlo, hasta ayer. Como muchos de sus compañeros, colocó cajas frente a su puesto para garantizar la distancia con los clientes.
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Olga Alcalde había vendido todo el género antes de las once de la mañana, y no era la única. «Mucho estaba ya encargado, de gente que no vino el sábado porque no nos dejaron ponernos y ya nos lo habían pedido. Hemos despachado a muy buen ritmo», compartía. No ocultaba su preocupación ante las advertencias de los agentes, y temía una nueva orden de clausura. «¡Hasta que no oigan su número no se acerquen!», se oía a lo lejos el grito de otra vendedora. Advertencias ante las que algunos vitorianos parecían no entrar en razón.
Cristina Calvo, llegada de Sartaguda, era una de las que intentaban poner orden en la fila. Estaba abrumada por el éxito de público. «Creo que se ha hablado mucho del mercado y se ha dado voz a nuestras reivindicaciones. Por eso la gente se ha animado a venir», reflexionaba rodeada de frutas, verduras y hortalizas. «Lo que más estamos vendiendo son espárragos, alcachofa, habas... lo de temporada. Viene de un pueblo en el que no hay coronavirus, más seguridad que la que ofrecemos nosotros es difícil encontrar en cualquier otro sitio», añadía la joven. Como el resto de productores mantiene unas estrictas medidas de higiene como la desinfección continua de manos y básculas.
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