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David González
Jueves, 31 de mayo 2018, 01:56
Hasta un ladrón puede recurrir al 112 en situación de emergencia. Le pasó a un joven vitoriano de 26 años la madrugada de ayer. A eso de las 3.30 horas, presuntamente intentó colarse en una panadería de Aranzábal a golpe de alcantarilla. Atizó y ... atizó con la tapa metálica hasta abrir un hueco en la luna de la puerta. Al tratar de colarse al interior, sin embargo, se hizo un «corte profundo» en un brazo y abortó la operación.
Salió de allí pitando y dejando un incriminador reguero de sangre. Un par de calles después, quizá consciente de la gravedad de su herida, telefoneó al servicio de emergencias. No dio pistas sobre cómo se había hecho el corte. Pero tuvo la mala fortuna de que patrulleros de la Ertzaintza fueron los primeros en acercarse a la ubicación que facilitó al operador.
Como se trata de un «conocido» de los agentes policiales, enseguida sospecharon. No era la primera vez que se lo encontraban esta semana. La madrugada del domingo fue detenido por efectivos de la Policía Local en la plaza de Abastos donde supuestamente robó dos noches seguidas. 24 horas más tarde, ertzainas le sacaron de una oficina bancaria del centro a la que también accedió en horario nocturno. Alegó que sólo quería dormir a cubierto.
Ayer, entre sus ambiguas explicaciones y el rastro delator, su coartada se desmoronó casi antes de empezar a armarla. Le detuvieron y, en vez de acudir a comisaría, fue evacuado a Urgencias. Debido a la gravedad del corte en el brazo, incluso se sopesó la opción de entrar en quirófano, extremo que finalmente quedó descartado. A lo largo de la jornada estaba prevista su puesta a disposición del juzgado de guardia, Instrucción número 4.
Su golpe en Aranzábal, el cuarto en las últimas cinco noches, se quedó en intento debido a que el cristal que se esforzó en quebrar es «blindado, similar al de las joyerías». Su propietario lo colocó tras sufrir otro robo hace unos meses. Uno normal hubiera cedido a la primera o segunda acometida de alcantarilla.
Llamada desesperada Obvió al operador el motivo real de su aparatosa lesión, que casi le lleva al quirófano
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