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En la vida de los hermanos Joseba y Koldo García hay dos pasiones: el campo y el balón. Descendientes de una familia de Labastida que ... siempre ha estado apegada a los viñedos, el trabajo entre vides era para ellos tan acostumbrado como jugar al fútbol. Joseba, el mayor, perteneció durante más de una década a la cantera del Alavés y llegó a jugar varios años en Segunda B, incluso junto a su hermano Koldo en el Haro. Aún le daban patadas a la pelota cuando decidieron hacerse cargo de la herencia de sus antepasados, pero no solo para vender sus uvas a otros sino con la pretensión de crear su propio vino. Y así nació el tinto Área Pequeña. El nombre tiene su historia, pues habla del espacio donde se resuelve todo en el fútbol y también de la franja de un viñedo de 1920 en la que recolectan el fruto para sus caldos. Un éxito de comercialización que ha llevado a los hermanos García a apostar por poner en marcha su propia bodega, que esperan tener en marcha para la vendimia de este año.
Los hermanos García han estado toda su vida asociados al campo, pero en 2019 cogieron el relevo de su padre en las viñas y siguieron vendiendo sus uvas. Hasta que en 2020, los hermanos Carlos y Fidel Fernández, de Bodegas Tierra, les animaron a crear su propio vino. Y ahí nació el sueño de Área Pequeña.
«Teníamos viñas viejas de tinto y blanco para hacer vinos distintos de gama alta. Con los conocimientos y criterio de Fidel y Carlos y nuestra personalidad, sacamos adelante el primero. Fue como un sueño hecho realidad hacer ese tinto que procedía de todo el trabajo de nuestra familia con el cuidado de las vides desde hace un siglo», detallan.
La comercialización se convirtió en un éxito y se animaron a seguir dando pasos con la elaboración también de un blanco. «Ir a vender a Estados Unidos o sentarte en un restaurante de la leche en Madrid y beberte una botella con lo que han trabajado nuestros abuelos es lo más gratificante». Y un impulso para seguir creciendo y hace poco más de un año decidir que iban a poner en marcha su propia bodega.
«Los vinos están gustando y nos ha llegado el momento de volar solos en nuestro propio espacio. No es fácil emprender, pero estamos recibiendo mucha ayuda y vamos a reconvertir un pabellón que tenían nuestros padres para que sea un pequeño 'chateaux' en lo alto de Labastida y en las faldas del Toloño», explican.
En su última añada produjeron 2.500 botellas de tinto y 500 de blanco. Y su idea es seguir creciendo, incorporando a este segmento de gama alta «un vino de pueblo para probar lo que es Labastida y dar nombre a donde estamos» hasta rondar entre las tres versiones unos 7.000 litros anuales. «No queremos hacer grandes producciones, lo importante que lo que salga, lo hagamos bien».
El trabajo de papeleo y a pie de obra avanza a buen ritmo. Y su objetivo es que la producción de este año, la sexta para ellos, ya salga de su nuevo hogar. «A finales de este verano esperamos tener la bodega terminada. Igual llegamos muy justos para la vendimia y lo elaboramos en Tierra, pero lo almacenaremos y criaremos ya en nuestra casa», dicen esperanzados.
El orgullo de poner en marcha este nuevo proyecto se extiende también al municipio, ya que los propios vecinos de Labastida están expectantes ante esta iniciativa de dos jóvenes viticultores del pueblo. «Se están haciendo cosechas para elaborar vinos propios, pero de ahí a dar el paso de montar su propia bodega, y más siendo chavales, es un salto importante y estamos ayudando en todo lo que podemos», señala su alcalde, Dani García (PP).
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