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¿Un bocadillo de tortilla puede llevarte a la muerte? Pues sí si está regado con una dosis letal de arsénico. Así ocurrió con un ... ferroviario del Vasco Navarro, natural de Retana, cuyo nombre era Jesús Fernández de Quincoces Ruiz de Arbulo. Su esposa, Visitación Calzada, de Izoria, en el Valle de Ayala, le introdujo el veneno en el almuerzo que solía tomar cada día, una tortilla entre pan y pan. Una cantidad suficiente para provocarle un colapso cardiovascular.
Fue una trágica historia que conmocionó a las familias de este matrimonio y a la Álava de la postguerra aunque el crimen se produjo en la casa de la brigada de obras que el Ferrocarril Vasco-Navarro de vía estrecha (Línea Vitoria-Estella) tenía en Arquijas, a pocos kilómetros dentro del territorio del Viejo Reino. Junto a uno de los viaductos más bellos de esta línea férrea, en un entorno espectacular con protagonismo del río Ega. Los datos son inéditos y han sido recogidos de distintas fuentes por el investigador y experto en las historias del Vasco-Navarro, Javier Suso
Jesús Fernández de Quincoces y María Visitación Calzada habían contraído matrimonio en Vitoria, el 22 de abril de 1946, y se fueron a vivir al pueblo navarro de Zúñiga, fronterizo con Álava, y más concretamente al edificio de la Brigada de obras de Arquijas, situada entre el viaducto y el túnel de Arquijas.
El tremendo suceso ocurrió a los cuatro meses de la boda de la pareja. Al parecer María Visitación mantenía contacto con un antiguo novio, Hilario Arrieta, y éste le había pedido que volviera con él, prometiendo que le daría una vida muy cómoda y llena de lujos. Lo cierto es que la mujer preparó un plan para deshacerse de su marido.
Bajó un día a Zúñiga y en la farmacia compró un paquete de pirantisol, compuesto de anhídrido y arsénico al 30%. Comentó que era para los escarabajos de las patatas que cultivaba en la modesta huerta de la casa. El siguiente paso que dio María Visitación fue probar si el veneno del arseniato era fuerte y serviría para sus planes. Para ello se le ocurrió la sorprendente idea de probar el veneno con dos cerdos que tenía su vecina, Ángeles Múgica. Esto sucedió el 3 de agosto. El veneno fue efectivo y a los dos días murió uno de los cochinos y dos días más tarde el otro.
Tras esta prueba positiva, el día 8 de agosto Visitación paso a perpetrar su plan y agregó una cucharita de arseniato a la tortilla del almuerzo que le preparaba todos los días a su marido. Esa tarde, a la vuelta del trabajo como ferroviario, Jesús se sintió muy mal y se acostó. Llamaron al médico que le puso un tratamiento de envenenamiento por uremia. Seis días después, el 14 de agosto de 1948, Jesús moría en su casa de Zúñiga, víctima del supuesto malvado plan de María Visitación. Según cuenta su hermano menor Antonio, la noticia fue un mazazo para todos y quedaron muy sorprendidos, porque Jesús era una persona joven (27 años) y muy fuerte que nunca había estado enfermo. Cuenta también que su hermano Rafael, hermano corazonista de Vitoria ('The Theacher' para el alumnado), con mucha rapidez, se puso en contacto con las autoridades policiales para advertirles de que en la muerte de su hermano mayor había algo muy raro. El religioso sospechaba que su mujer, María Visitación, podría estar implicada en su muerte. Por ello pedía que se exhumara su cadáver y se le hiciera una autopsia, algo que autorizó el juzgado de Estella y que confirmó el envenenamiento por arsénico.
La versión de los periódicos es algo diferente. Relatan cómo la Guardia Civil sospechó de María Visitación y le hicieron confesar rápidamente. El 30 de agosto se publica una crónica en el Diario de Navarra en que se relata la actuación de la Guardia Civil de Marañón, una localidad cercana al lugar de los hechos. Al parecer, el cabo de este puesto encontró un bote de arsénico en la casa de Arquijas y presionó a la mujer hasta que confesó el crimen, incluso antes de la exhumación del cuerpo. Otro testimonio importante es el de Ignacio Suso Lacha que, casualmente, siendo estudiante de medicina asistió a la exhumación del cadáver como ayudante del médico que lo llevó a cabo. El entonces estudiante cree que la clave pudo estar en la alerta que lanzó el hermano de la víctima, Rafael Fernández de Quincoces, avisando a las autoridades de sus sospechas. Las pesquisas fueron realizadas por el juzgado de Estella.
El juicio se celebró el 14 de abril de 1948 con sesiones de mañana y tarde en la Audiencia Provincial de Pamplona. Sobre la acusada, María Visitación Calzada Molinuevo, de 28 años, recaía el cargo de parricidio mediante envenenamiento de su marido, Jesús Fernández de Quincoces. También se inculpó a Hilario Arrieta Ibáñez como inductor del asesinato. El procesado negó su participación en los hechos.
En el juicio se relataron todos los acontecimientos ocurridos en el matrimonio desde el mes de abril de 1946. No se pudo demostrar la inducción al crimen de Hilario Arrieta. Tampoco pudo demostrarse, puesto que habían sido incinerados, que los dos cerdos murieran a causa de la misma sustancia que María Visitación suministró a Jesús.
No obstante, el fiscal mantuvo la acusación de parricidio con el agravante específico de haberse cometido por envenenamiento, lo que estaba contemplado con la máxima pena en el código penal. Aunque pidió el mayor castigo, el fiscal solicitó al tribunal que se tuviera en cuenta el artículo 61 del código de la época.
Por su parte, la defensa de Visitación expuso que había habido un caso de perturbación mental transitoria por «deficiencia o retraso mental debido al rudo ambiente en que se desarrolló su pobre vida». Igualmente, el abogado defensor indicó que había cometido el delito «trastornada por el embarazo en que se encontraba y arrebatada por la conducta de su marido que había disipado los jornales cobrados días antes en Vitoria». Pidió, así mismo que se apreciase esta circunstancia si no como eximente por lo menos como atenuante para la reducción de la pena a 20 años.
La sentencia condenó a Visitación por parricidio a 30 años de prisión mayor y a una indemnización de 30.000 pesetas. La Audiencia tuvo en cuenta la «defectuosa cultura y escasa formación moral de la procesada, así como su edad y sexo, para rebajar la pena».
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