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El paquete apenas se diferenciaba de los cientos entregados aquella jornada a la oficina de Correos. Procedente de Sudamérica, había pasado por Perú, Alemania y Madrid antes de recalar en Vitoria, su escala definitiva. En uno de esos puntos fronterizos, el sistema de vigilancia ... reveló su comprometedor contenido. Protegido por una carcasa metálica, la caja era, en realidad, una remesa a la carta de droga. Dos kilogramos y medio de cocaína daría en la báscula.
Según ha sabido en exclusiva este periódico, el descubrimiento aconteció hace unos diez días. El inusual método parecía de lo más lucrativo. Por unas decenas de euros cruza el océano Atlántico una mercancia que, en el mercado negro, «hubiera supuesto unas ganancias mínimas de 150.000 euros», estiman agentes especializados sondeados.
El paquete se había precintado al detalle. El diseño del recubrimiento metálico buscaba burlar los diferentes escáneres fronterizos, también confundir al fino olfato de los perros policías. Sin embargo, efectivos de Vigilancia Aduanera lo detectaron en Madrid. En vez de pararlo, lo monitorizaron y dejaron seguir como si nada hubiera pasado. El objetivo era el destinatario de semejante porte.
el paquete recorrió 10.000 kilómetros
Cuando la caja arribó a Vitoria –después de recorrer 10.000 kilómetros a lo largo de cuatro países– lo recogió un vecino de la ciudad. Pero no era la persona a la que iba dirigido. Este hombre declararía que el receptor le envió allí. Desconocía el contenido y, al parecer, lo hizo a modo de favor. Investigadores, Fiscalía de Álava y el Juzgado de Instrucción número 3 le creyeron. No se han presentado cargos contra él.
Cuando la remesa por fin llegó a las manos del destinatario real, fue detenido. Se trata de un ciudadano venezolano de 25 años y establecido en la capital del País Vasco con el marchamo de «refugiado político» de la dictadura de Nicolás Maduro en su país, Venezuela.
Tras prestar declaración en sede judicial, y a propuesta de la Fiscalía, la titular de Instrucción número 3 decretó su ingreso preventivo en la prisión provincial de Álava. Allí permanecerá, como mínimo, las próximas semanas.
El juicio, no obstante, se demorará hasta el próximo año como pronto. Debido a la dimención del alijo y a su alto valor económico, este joven podría enfrentarse a penas que irían «de los seis a los nueve años de cárcel». El grado de pureza de la droga, aún en estudio, será otro de los factores determinantes.
Aunque parezca increíble no es la primera vez que en Álava se decomisan cantidades importantes de droga remitidas por envío postal. Hace casi un lustro, la Guardia Civil detuvo a un joven -domiciliado en Llodio y que entonces contaba con 20 años- después de recibir un paquete con medio kilogramo de cocaína.
Otro vecino de Vitoria fue condenado a cuatro años a la sombra, y al pago de 270.000 euros en concepto de responsabilidad civil, por formar parte de una red que recibía ketamina entre la correspondencia. A su piso llegaron nada menos que diez kilogramos procedentes de India.
Ya en clave más industrial, la Guardia Civil de Álava decomisó un contenedor con 500 kilos de cocaína que viajó, en barco, desde Brasil a Santurtzi. De allí, un camión ajeno al contenido ilegal, lo transportó hasta una empresa radicada en el polígono industrial de Júndiz, a cinco kilómetros de Vitoria. El valor de la droga incautada, se estimó, «superaría los 40 millones de euros». A día de hoy no hay imputado alguno por esta causa.
También se dan situaciones inversas. La Ertzaintza desmanteló hace un año una presunta trama de ciudadanos chinos especializada en exportar marihuana desde Álava al Reino Unido por envíos postales. Hay siete investigados, tres ingresaron en la cárcel. Supuestamente enviaban la mercancía en paquetes «de entre seis y doce kilos».
La causa se tramita en el Juzgado de Instrucción número 1 de Vitoria. Una de sus factorías de producción era un chalé alquilado en una exclusiva urbanización de Estíbaliz.
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