david gonzález
Sábado, 10 de diciembre 2022, 00:41
«Se llena un camión», desvela una funcionaria con muchos trienios a cuestas en el Palacio de Justicia de la Avenida de Gasteiz. Cada curso, de este edificio público se saca una media de quince toneladas de expedientes judiciales ya cerrados. Este procedimiento conocido como ... expurgo afecta a las actas ya en vía muerta –por sentencia o por archivo– y que acumulan polvo un mínimo de cinco años en las estanterías.
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El departamento vasco de Justicia deriva una partida de 12.000 euros anuales para este curioso menester. Un equipo de expertos, compuesto en su mayoría por letrados de la administración de justicia (LAJ), se encarga de la selección. La decana de los jueces, Belén González, tutela toda la operación. «Se trata de una tarea anual y que se lleva a cabo a finales de cada ejercicio». Es decir, por estas fechas prenavideñas. Todo ese papel destruido acaba reciclado. En el conjunto de la comunidad autónoma, el montante asciende a «unas 125 toneladas», según detalla un portavoz autorizado del Gobierno vasco.
En líneas generales, este curioso proceso se divide en tres categorías. «El papel que no contiene datos de carácter personal se deposita en contenedores colocados en las zonas de oficina. Es retirado y trasladado semanalmente a una planta de gestión de residuos no peligrosos autorizada para su trituración mecánica y tratamiento de valorización», subrayan desde el Ejecutivo de Lakua.
Cuando entran en escena documentos de carácter más privado o confidencial, las precauciones se multiplican. Todos los órganos judiciales están dotados de «destructoras» para la eliminación directa de documentación comprometida. De seguido, esos restos acaban en los mismos contenedores que las actas comunes.
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En la época del expurgo, el ingente volumen de documentación crítica invalida esa eliminación expediente por expediente. De ahí el camión. Una vez lleno se dirige hasta una planta de gestión de residuos «para su destrucción certificada». Según indican desde el departamento de Justicia, «la destrucción se realiza de forma inmediata y se expide el correspondiente certificado».
Este sistema es «industrial». ¿Qué significa eso? Se acomete mediante «una trituración mecánica, haciendo imposible la reconstrucción de los documentos y la recuperación de cualquier información». En los juzgados de Vitoria se abre una media de 3.000 sentencias y autos al mes. Desde riñas por lindes rurales a agresiones sexuales a menores o asesinatos.
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Al margen de este proceso de eliminación selectiva se encuentran las llamadas «piezas de convicción». Son evidencias obtenidas en las investigaciones policiales y judiciales. «Lo que tiene valor se perita y se saca a subasta», detalla la decana González. «Los objetos de poco valor también se destruyen. Hubo una época en que teníamos miles de cedés, que se eliminaban por aplastamiento con una máquina. La ropa se suele quemar».
En los juzgados de Vitoria se guardan objetos de lo más peculiares, fruto de procesos algunos ciertamente inverosímiles. Lo refleja muy bien la decana Belén González. «He llegado a encontrarme desde maniquíes a escopetas de caza». También, expresa esta magistrada, «hay un puñado de procedimientos civiles que acumulan muchas décadas porque no se pudieron entregar los originales a las partes o porque los procuradores fallecieron. Eso sí, son muy poquitos».
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