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Las bases de datos de casi todos los cuerpos de seguridad de Europa han recibido una alerta con su rostro y datos personales. Se trata de un ciudadano magrebí, añada del 79 y procesado en el Palacio de Justicia vitoriano por su supuesta implicación en ... tres robos y dos peleas... en el espacio de 72 horas. El viernes tenía cita en el Juzgado de lo Penal número 1, donde debía responder por el asalto a una tienda de ropa del Ensanche. Le pedían dos años de cárcel.
A la hora convenida acudió su señoría, el fiscal, una agente judicial, la responsable del establecimiento comercial, el dueño de la pensión donde supuestamente pernoctó, su abogado defensor, la letrada del seguro y un par de ertzainas involucrados en la investigación. Sólo faltó él. «Lo último que hemos sabido es que andaba por París. Desde principios de año no responde a nuestras llamadas», admitió cariacontecido su representante legal.
La incomparecencia obligó a la magistrada a suspender la vista. Aunque, a continuación, dictó una orden de busca y captura internacional, europea en realidad. «En estos casos, en una comprobación en un control rutinario, por ejemplo de tráfico, la alarma salta al meter sus datos y se le arresta por protocolo», instruyen medios internos de la Policía Local y de la Ertzaintza.
Su ebullición delictiva en Vitoria se remonta a hace dos veranos. En el comprimido espacio de 72 horas le relacionaron, o detuvieron, por tres robos distintos y dos agresiones. «Pocas veces se ve tanta actividad en un periodo tan reducido, aunque éste probablemente sea el delincuente más chapucero, al menos de los últimos años», asumen con sorna los agentes sondeados.
Su firma se manifestó un 12 de agosto. Policías locales le detuvieron «por pegar al dueño de un kebab». Al parecer hizo un 'sinpa' tras pedir una jarra de cerveza. El propietario le paró en plena calle y recibió varios golpes como respuesta. «Necesitó diez puntos de sutura en la cabeza». Al agresor le incautaron en el cacheo «ropa robada». Y también acabó en el hospital Santiago al sentirse indispuesto. Allí hurtó «un equipo de diagnóstico valorado en mil euros».
Se lo descubrió otra patrulla al día siguiente. Porque regresó al kebab, y esa 'visita' acabó igual que la primera. En su mochila escondía el material médico birlado.
Aún hubo más. Después de salir en libertad con cargos del Palacio de Justicia, por la noche presuntamente rompió con una barra el escaparate de la tienda de moda. Al retirar las esquirlas del boquete se cortó. Manchó con su sangre la caja registradora y varias partes del local. Agentes especializados de la Ertzaintza obtuvieron sus huellas dactilares. Supuestamente se llevó 28 prendas femeninas valoradas en 4.841 euros. «¡Y sus perchas! ¿Pero para qué las quería?», se preguntaba el dueña de la tienda en los pasillos del juzgado. Deberá aguardar a que alguna Policía le intercepte.
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