El jurado declara culpable de malversación de fondos al exalcalde de Ribaguda

Este veredicto será la «columna vertebral» de la sentencia que a partir de ahora tendrá que redactar al juez Jesús Poncela y que, en base al Código Penal, podría suponer una condena de tres a seis años de cárcel. La defensa reclamó la pena mínima para su cliente, mientras que el fiscal y la acusación particular solicitaron cuatro años de prisión. Seis de los nueve miembros del jurado consideraron que debe aplicársele el «beneficio del indulto». Cuestiones a valorar que ahora quedan en manos del magistrado.

Antes de conocer la decisión del jurado, el imputado caminaba resignado y mirando al suelo por los pasillos del Palacio de Justicia de Vitoria consciente de que la rapidez de la decisión no le favorecía. Y es que el juez entregó a las 9.30 horas la documentación al jurado y antes de las dos de la tarde ya habían consensuado su veredicto. Hasta ese momento y aislados del exterior debatieron sobre las distintas pruebas -documentales y testificales- que se les habían aportado y la votación sobre los seis hechos concretos por los que se le juzgaba, entre los que destaca el carácter público de las dos cuentas que existían a nombre del concejo de Ribaguda y la realización de operaciones bancarias sin razones que justificaran su interés comunitario.

Un dinero procedente de subvenciones y expropiaciones que el jurado considera probado que fue desviado a las libretas personales del exregidor para cubrir necesidades particulares y porque en un momento consideró que estaba haciendo un importante esfuerzo para adecentar el pueblo por el que incluso estaba dejando de lado su actividad agrícola, defendió el alcalde pedáneo en la primera jornada del juicio. Se desconoce cuál es el paradero actual de todas estas cantidades.

«Para mí, este proceso ya ha sido un escarmiento. No he hecho las cosas que debería. Pero si me meten en la cárcel, allí no podría cerrar las gestiones ahora abiertas para devolver el dinero», aseguró el exalcalde de Ribaguda en el último día del juicio con la evidente intención de que no se le condenase a una pena de prisión. Un llamamiento que, sin embargo, no convenció a los miembros del jurado.