Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Desconsolada y rota, una joven compartió ayer en la Audiencia Provincial de Álava el infierno que la carcome desde hace tres años. Lo hizo entre lágrimas. Con un hilillo de voz. Quebrada. En la primavera de 2019 fue víctima de una presunta violación en uno ... de los embalses de la provincia. Tenía 15 años.
Su entonces mejor amiga, que contaba dieciocho, le pidió que intercediera con su novio para revertir una ruptura. La adolescente accedió pese a no conocerle. Contactaron por una conocida red social. Aceptó a acompañarle hasta «un pantano, no recuerdo cuál». Sin testigos, este joven, una década mayor que ella, está acusado de agredirla sexualmente en su coche tras conminarle a compartir «media botella» de un famoso licor de 35 grados de alcohol. Ayer, en el juicio por estos hechos, negó cualquier ataque. Sí habló de «unos besos» y que desconocía su minoría de edad. Tanto la Fiscalía de Álava como la acusación particular le piden doce años de prisión.
Sus palabras chocaron con el discurso de la víctima. Con muchas dificultades para compartir lo ocurrido aquella tarde de abril, sí reconoció un sentimiento de culpa y su férreo rechazo a denunciar. «Ni mi papá ni yo teníamos papeles y pensé que nos echarían», adujo tímida. El paso de contactar con las autoridades, básico para buscar justicia, lo dio su padre meses después y tras mirarle el móvil preocupado por su drástico cambio de actitud.
la víctima
«No salía de la habitación. Lloraba todo el rato. La semana pasada, cuando se graduó, ha sido la primera vez que ha vuelto a darme un beso en la mejilla», enfatizó astillado por el dolor. Acudieron a una psicóloga, quien le rogó que no llamara aún a la Ertzaintza. «Me dijo que la diera tiempo (a su hija), que no la acosara».
Por su parte, la víctima testificó que «no me acuerdo de nada, sólo de sentirlo encima de mí». Según explicó, le ordenó beber para pensarse si volvía o no con su amiga. En un momento dado comenzó a manosearla pese a que «cuatro veces» le dijo que no. Luego la devolvió a Vitoria. «Me dejó tirada como un perro en el parking de El Boulevard. Literalmente salí con un zapato puesto y otro no». Se dejó su móvil en el coche.
Tambaleándose logró alcanzar la casa de su amiga y timbrar antes de desplomarse. La madre de esta chica la recogió y limpió. «Les dije que no llamaran a la Policía porque tenía miedo, no quería que nadie se enterara», manifestó la denunciante. También alertó a esta mujer de que este chico había quedado con su hija, a la que se supone que no hizo nada malo. Esta adulta lo corroboró todo.
«Revisamos las conversaciones que mantuvieron para quedar y desde el primer momento, él la hizo alusiones sexuales constantes», estimó una investigadora de la Ertzaintza.
Las peritos del Palacio de Justicia, con una vasta experiencia en este tipo de delitos desarrollados en la intimidad, apostillaron que esta chica «se siente estigmatizada, no es una persona que tenga tendencia a la exageración, sino que hubiera preferido que esto se hubiera olvidado». Es el guion de demasiadas agresiones sexuales. «Tuvo una crisis de ansiedad por tener que ponerse el bikini en una excursión del colegio», ilustró otra perito.
Quedaba el testimonio de la que era su mejor amiga. Ayer no apareció por el edificio. Antes de anunciar una nueva fecha para que comparezca, el presidente de la Audiencia Provincial de Álava, Jesús Poncela, dio un recado a la madre de esta chica ausente. «Dígale que a esta sala se viene a declarar voluntariamente o acompañada por la Policía».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.