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«Esto es un no parar. La gente no es consciente, o no quiere serlo, de sus acciones. Las palas no pueden pasar si taponan la carretera». Un patrullero de la Ertzaintza no daba crédito a las estampas que se repitieron ayer domingo, una y ... otra vez, por los pueblos y montes cercanos a Vitoria. Riadas de urbanitas tomaron calles, caminos, campas y carreteras colindantes a localidades como Apodaka, Eskibel, Gopegi, Letona, Mendiola, Murgia, Sarria, Zárate o Zaitegi.
El déficit de nieve virgen en la capital –ayer no cayó ni un copo– arrastró a muchos a subirse al coche y lanzarse a la aventura rural. Como ya ocurriera el fin de semana anterior o durante varias etapas de las desescaladas, algunas localidades alavesa presentaron tales llenos que ni en sus fiestas patronales.
«Ha sido una auténtica invasión. Sin miramientos ni piedad. Un aparco donde quiero, entro donde quiero y me encaro con los vecinos si hace falta. Y luego te encuentras el pueblo lleno de plásticos y basura», radiografió a media tarde César, abnegado vecino de Apodaka.
Esa avalancha a veces mal ejecutada se tradujo además en un constante juego del gato y el ratón entre los visitantes domingueros y las patrullas de la Ertzaintza encargadas de controlar el orden. En Murgia fue tal el flujo circulatorio que se necesitaron dos controles. Uno a un kilómetro de este enclave y, dada la afluencia rodada, un segundo en el desvío de la N-622. «¿A dónde se dirigen?», requirió el agente a cada conductor. La mayoría tuvo que darse la vuelta al no caber ni un alfiler en sus destinos.
Olivia Vázquez disfrutó de la nieve junto a su familia en el camino a Letona. Fueron de los pocos que estacionaron correctamente. «Antes fuimos a Zárate y Zaitegi, pero el único sitio libre que hemos encontrado ha sido éste. Tampoco queremos causar molestias».
En esa carretera secundaria, el carril de bajada quedó achicado por una veintena de vehículos mal aparcados.Nadie se dio por enterado hasta la llegada de un coche patrulla –con las sirenas a pleno volumen–. El pie a tierra de los uniformados provocó una estampida en las campas colindantes. «¿Pero han puesto ya alguna multa?», preguntó en alto un hombre antes su alcanzar su turismo. «La sanción por este estacionamiento irregular son 200 euros. 100 por pronto pago», informó uno de los policías. La zona se vació ipso facto.
El problema es que muchos se trasladaron a otros puntos cercanos, cruzando dedos para que no se acercara ninguna patrulla. «Llevamos toda la mañana así», reconoció un ertzaina. En el puesto de ambulancias de Murgia les colocaron una cinta frente a sus portones de salida. «Porque la gente aparca ahí y no podemos salir si hay una emergencia».
En Mendiola, y ante las quejas vecinales, la Policía Local prohibió meterse en las campas privadas. «Nos han marcado a partir de cuál podíamos ponernos a disfrutar de la nieve», aplaudió la vitoriana Raquel, que se lanzó ladera abajo con varios familiares. César, desde Apodaka, lanzó un ruego. «Desde el entorno rural estamos deseando acoger a todos, pero con un mínimo de orden. Una vez que uno aparca mal, el resto se contagia».
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