Esto de la huelga de los conductores de Tuvisa me confunde, como la noche confundía a Dinio, aquel noviete que se echó la Marujita Diaz para su solaz. Lo que más me ha sorprendido es el hecho de ver a un concejal sudando la camiseta y ganándose el sueldo, explicando su posición y dando la cara frente a los aguerridos huelguistas de la compañía municipal de autobuses.

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Hasta ahora lo normal era que los concejales no dieran la cara porque casi siempre se la acababan partiendo. Y total, pensaban todos, si el dinero no es suyo sino que sale del presupuesto municipal, a qué tanto remilgo en subirnos el salario.

Pero no. La tradición de flojera se quebraba para sorpresa de propios y extraños. Y en esta ocasión, el responsable municipal de la compañía mantenía la posición del gobierno -como Gary Cooper en 'Solo ante el peligro'-. Y los deseos que coreaban y aguardaban los huelguistas en sus manifestaciones no se materializaban en cesiones. A saber, que saliera la alcaldesa al final de la película a enmendar la plana al edil cerril y sacara la chequera en tiempos preelectorales. Una nueva reedición de 'poli bueno y poli malo'.

Me sorprendieron también las declaraciones del comité de empresa hablando sobre la necesidad de ampliar la flota, de contratar más personal, de su apuesta por la movilidad. Y me dije que en efecto estamos en un mundo al revés. En mi ignorancia yo reputaba que los chóferes debían encargarse de conducir los autobuses y de hacerlo con diligencia, amabilidad y seguridad para los usuarios. Porque a nadie se le oculta que la responsabilidad de las políticas de movilidad, de fijar las inversiones y de la contratación de personal dependen del Gobierno municipal, encargado de elaborar el presupuesto de ingresos y gastos del Ayuntamiento.

Y resulta que no. Que según lo escuchado a los conductores en sus declaraciones sobre cómo debe ser la gestión del transporte público, los concejales acabarán dedicándose a conducir los autobuses mientras que los chóferes serán quienes vayan al pleno del Ayuntamiento a gobernar la ciudad, a tenor de sus muchas y variopintas reclamaciones políticas.

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No hay duda de que el comité de trabajadores ha pretendido vestir el santo de las mejoras sociales y salariales que reclaman, salpimentándolas con otras más de filosofía 'transportil'. De esta guisa, pretendían hacernos creer que su interés respondía exclusivamente al interés general, cuando obviamente su interés es estrictamente el suyo personal. Muy legítimo, sin duda, pero de su pecunio particular.

Y no sé por qué hay que andar con tanto secreto y tanta desinformación sobre el salario y las horas que trabajan en Tuvisa, como si este fuera un secreto de Estado, no fuera a ser que se cabreen los de las empresas privadas de transporte. Que son tiempos de transparencia en la gestión, máxime si la financiación corre a cuenta del bolsillo del contribuyente.

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