Leo que la Ertzaintza anda ocupada en investigar la compraventa de gas de la risa en los locales de ocio. Llevan casi un año entre pesquisas relacionadas con el óxido nitroso, un gas que los chavales respiran en fiestas y botellones para entrar en estado ... de euforia. No hay más que echar un vistazo a los lugares de quedadas nocturnas para ver el suelo lleno de globos desinflados.

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Puedes adquirirlo en espráis -incluido en los envases de nata montada-; lo descargas en un globo, le pegas una bocanada e inmediatamente te hace mondarte de la risa, partirte el culo o desencajarte la mandíbula, como prefieran.

Por supuesto, estas prácticas no representan ninguna novedad. De hecho, el óxido nitroso, por su capacidad euforizante, alcanzó una enorme popularidad como 'gas hilarante' o 'gas de la risa' en reuniones de la alta sociedad inglesa y, posteriormente, en el ámbito circense.

Hay que reconocer que en Euskadi, y particularmente en Vitoria, no te sonríe ni dios y circulamos por la calle con cara de estreñidos, como si una sonrisa incontrolada dejara nuestra alma desnuda ante la vista de todo el mundo. Así que para cambiar el rictus los adolescentes y jóvenes, en vez de contar chistes como hacíamos antes, inhalan globos de óxido nitroso para acortar el camino a la felicidad.

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Como es de sobra conocido, el problema de todo lo bueno, rico o gracioso es que o es pecado o sube el colesterol. Y en este caso, abusar del gas te puede dejar para el arrastre. Es por eso por lo que la policía anda empeñada en sacarlo de los locales de ocio nocturno, donde ha comenzado a hacer estragos entre la chavalería.

Metidos como estamos en berenjenales electorales, apostaría a que el único modo de aguantar un debate de candidatos a lehendakari sería repartiendo inhaladores de óxido nitroso entre la audiencia. Mira que tienen poco salero los pobres. Los directores de campaña tutelan a los candidatos como si fueran niños, repitiéndoles las consignas fundamentales en el mundo del márquetin político: «no te equivoques, no arriesgues, no metas la pata».

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Así que los candidatos se muestran hieráticos como si quisieran parecerse todos a Urkullu y no se atreven a mirar a la cámara y seducir al votante, porque no dejan de leer los ripios que les escriben los asesores en sus guiones y argumentarios. No saben que en la política, como en el amor, la mejor forma de llegar al otro es despertando una sonrisa en su rostro.

Otra cosa sería que fueran los propios candidatos los que inhalaran el gas de la risa antes de cada intervención en los debates electorales. Quizás fuera esta la mejor forma de romper el hielo entre representantes y representados, y acabáramos todos desternillados de la risa tirados por las alfombras del salón entre propuesta y propuesta, deseando un debate cada día para partirnos el eje en casa, viendo la tele.

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