Leo con preocupación y congoja la noticia sobre el desamor de nuestra alcaldesa con Imanol Pradales, el lehendakari de las vascas y los vascos. Resulta que Maider Etxebarria le pidió al Gobierno Vasco que le suba la cantidad que viene aportando desde 2012 como canon ... de capitalidad. Que mira que hay que ser apretado y pelín cutre para no subirle ni el IPC desde hace ocho años, como a las pensiones o a los sueldos de los funcionarios.
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Imanol le dice que verdes las han segado. Que no quiere hacer el pardales y que con diez millones va que chuta. Y que el año que viene ya veremos. Y es que, señoras y señores, hay que ser práctico y reconocer que ni en Ajuria Enea ni en Sabin Etxea se han creído nunca la coña esta de cotizarle a Vitoria canon alguno. Que esto de la capitalidad en Gasteiz es provisional y que la capital de su Euzkadi no es otra que Pamplona, dado que Bilbao ostenta ya la condición de capital del mundo. Y que ya le vale a Vitoria con tener la capital de regaliz y sacarle el rédito que ha obtenido a regañadientes. Que se pueden dar con un canto en los molares.
Quizás, en vez de reunirse ella con Nöel D'Anjou, la alcaldesa hubiera debido enviar a su tenienta de alcalde a la reunión, dado que en calidad de colega de partido y ex consejera, hubiera tenido mejor filin con un consejero de hacienda de tan rancio abolengo. Pero bueno, a lo hecho… pecho.
Ahora se trata de hacer una huelga de hambre o de encadenarse a la verja de Ajuria Enea; o de echarle un poco de imaginación para evitar caer en sobreactuaciones y ver cómo cubrimos el agujero económico que Pradales le ha horadado al presupuesto de ingresos vitoriano.
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Con afán de aportar, y aprovechando que el Ebro pasa por Briñas, se me ha escurrido que Vitoria podría adelantarse a los acontecimientos proponiendo que una de sus calles llevara el nombre del recién elegido presidente de los Estados Unidos de América, esa gran nación. Les cuento.
Cuando Vitoria construyó al fin una arteria de circulación para conectar la entrada de Bilbao con la salida hacia Burgos, esta vía urbana pasó a denominarse Avenida del Generalísimo, como gesto de reconocimiento al extinto Jefe del Estado, Francisco Franco, alias el «patascortas».
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Con el advenimiento de la democracia, y con las prisas que acompañaron aquel momento, nuestro eje pasó a rebautizarse como Avenida de Gasteiz, lo cual no fue sino una solución de compromiso. Hoy podríamos aprovechar para establecer una relación privilegiada con el mandatario norteamericano requetebautizándola nuevamente como Avenida de Donald Trump. Si a Obama le dieron el premio Nóbel los suecos, Vitoria no va a ser menos que Estocolmo.
Y para rematar la faena, y dado que son cuatro las torres del «escailain» vitoriano, le adjuntamos una escultura de cuerpo entero a Donald junto a la triada de Marsalis, Follet y Celedón. Cuatro torres y cuatro prohombres. Todo un 4x4, tracción total.
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Espabile alcaldesa, no se le adelante Bilbao como con los vuelos a Nueva York. Y hable con Melania, que seguro que es más atenta que el D'Anjou y el Pradales y a lo mejor le presenta a Elon para que venga a Foronda a lanzar sus cohetes a Marte. Y no le cobro el «copirrait». Que así se las ponían a Felipe segundo.
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