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Se llama coloquialmente 'tener ideas de bombero' al hecho de llevar a cabo extravagancias o poner en marcha ocurrencias que no conducen a ningún lado ... o son causa de malestar y discordia, sin que acabe de aportar beneficio alguno su implementación.
Así, la Diputación Floral, como todo pecador arrepentido a la par que bienintencionado, ha hecho pública una auditoría cuya redacción encargó para tratar de enterarse de cómo anda el patio en la sede de la foralidad alavesa. Al parecer, llevar gobernando un buen puñado de años no les acababa de dar una idea clara de lo que tienen entre manos y pensaron que podían usar el comodín de la llamada, como en el concurso del 'Cincuenta por quince', para conocer a qué dedica el tiempo la tropa funcionarial.
Y pronto y bien mandados, la comandancia foral ordenó comprar el espejo de la madrastra de Blancanieves en formato de auditoría para preguntarle quién es más guapo, si el diputado general y sus tenientes o el presidente del comité de empresa y la obreral. Y la respuesta ha resultado tremebunda, como bien advierte el viejo proverbio de 'no preguntes lo que no debes si no deseas escuchar lo que no quieres'.
De suerte que los expertos auditores le han respondido a la Diputación con un diagnóstico de catatonia aguda estructural. Traducido, que la 'Dipu' viene a ser como una casa de lenocinio, pero mal organizada. Un sin Dios. Que hay mucho jefe y poco indio. Y reinos de taifas. Que la gente está como desganada y desmotivada. Y que o hacen algo por mejorar la cosa o llevamos camino de imitar al naufragio del Titanic, pero en el pantano y sin iceberg.
Los funcionarios, a quién puede extrañarle, se han puesto como basiliscos y han sacado la pancarta del 'y tú más' o del 'tonto lo serás tú', diciendo que si hay alguien culpable del totum revolutum serán quienes han desempeñado las más altas responsabilidades en la Casa Palacio durante este siglo o así.
Y que si quieres arroz Catalina. Que para qué quieres más. Se armó la gorda. Y se pregunta uno con qué afán se meten sus ilustrísimas en este berenjenal. Debe ser que como son incapaces de pactar un presupuesto para 2024, y sin tener cosa mejor que hacer, han decidido meterle el dedo en el ojo al personal para quitarles las legañas y de paso las cataratas.
Hay más de un refrán para definir este desgobierno y esta madre de todas las auditorías que no ha dejado títere con cabeza entre la infantería funcionarial. Comenzando por un dicho marinero, 'no hay viento favorable para quien no sabe adónde va'. Que tira uno una piedra desde la cumbre del Gorbea y desencadena un alud de tres pares de cojones. Y ríete tú del efecto Doppler y el aleteo de la mariposa. Y siguiendo por otro, éste de José Mota, que viene al pelo para la ocasión: 'Si hay que ir se va. Pero ir pa ná, es tontería'.
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