El rastreo del coronavirus ha puesto el foco en los jóvenes. En sus botellones, las residencias universitarias... y ahora los disturbios protagonizados por algunos de ellos. Pero «atribuir la culpa a un colectivo concreto es lo fácil», advierte Fernando Iglesias en mitad de una ... cuarentena. En su trayectoria como formador y gestor cultural –dirigió el exitoso programa de ocio juvenil Gauekoak antes de convertirse en el primer secretario general de Podemos en Vitoria– ha radiografiado los intereses y las necesidades de este grupo de población, al que el virus impide «socializar, algo fundamental a esa edad».
Publicidad
– ¿Los jóvenes se han tomado en serio la pandemia?
– Sí, totalmente, pero están en un momento en el que tienen unas prioridades muy potentes que, a veces, hacen que vayan en contra de lo que el sentido común de los adultos dicta.
– Como salir, juntarse, trasnochar... ¿Les cuesta renunciar a la vida anterior al Covid?
– Claro, nos pasa a todos, pero los adolescentes y los jóvenes están en una etapa en la que socializar es fundamental porque su entorno de amigos es el único espacio de libertad que han elegido, que no se les ha impuesto.
– La fiesta o, hace unos meses, el verano puede parecer algo anecdótico pero a esa edad es casi una cuestión vital.
– La posibilidad de relacionarse, conocer a otra gente, salir es una necesidad importante para ellos y no creo que sea bueno verlo como algo banal o trivial. Es verdad que los jóvenes son impulsivos, cuestionan lo establecido y tienen ese punto rebelde, va en su ADN, pero es un error colgarles la etiqueta de irresponsables o propagadores del virus porque atribuir la culpa a un colectivo concreto es lo fácil ante un problema complejo, con muchas variables y soluciones nada sencillas.
Publicidad
– Pero las cifras advierten de que las personas de 17 y 18 años concentran el grueso de los contagios en Euskadi, es evidente que algo está fallando...
– Claramente, no se están haciendo bien muchas cosas. La crisis sanitaria y económica y la incertidumbre actuales les han pillado en una época de la vida con inquietudes, e incluso diría que con las hormonas revueltas, y eso lleva a que haya más contagios en ese colectivo. Pero si se trata de buscar culpas, vamos al mundo adulto, que es el que han heredado.
– ¿Pueden sentirse inmunes porque este virus se ceba sobre todo con los mayores?
– No sería la única razón de lo que está ocurriendo pero el miedo que incide en el resto de la población no es tanto entre ellos, quizás se sientan un poco menos en situación de peligro.
Publicidad
contagios
– Esta juventud es la misma que hace unos meses lideraba el feminismo o la lucha contra el cambio climático. ¿Ha perdido esa conciencia de comunidad?
– No, mira lo que ocurrió el otro día en Logroño, donde fueron a limpiar los destrozos que habían causado la noche anterior unos vándalos. Y en el proyecto Aztarna 2030 de Vitoria sobre los objetivos de desarrollo sostenible participan jóvenes con propuestas muy interesantes.
Publicidad
– Muchos de esos alborotadores eran unos críos. ¿Qué ocurre en sus cabezas para que pasen de la mera queja por el toque de queda a quemar contenedores o romper escaparates?
– Lo que marca la diferencia puede ser el perfil psicológico, unos rasgos previos que marquen su inclinación hacia la violencia y la justificación de su uso. Cualquiera puede entender que lo ocurrido no lleva a una mayor libertad, ni hace mejor su reivindicación, así que deberían preguntarse qué va a aportar romper una farola a su desasosiego o su frustración. En este tema hay una clave y es que lo público, el mobiliario urbanos, no se considera de nadie y se destruye más fácilmente.
– ¿Cómo se hace entender a los chavales que ellos también deben cambiar sus hábitos?
– Las actitudes positivas en el grupo de amigos, el colegio o la propia familia son más importantes que lanzar eslóganes desde el mundo adulto o las instituciones.
Publicidad
– ¿Desconfían de los políticos?
– La juventud no es tonta ni está al margen de lo que sucede y el ejemplo del debate parlamentario brutal, grotesco y simplista también cala en ella.
– Fernando Simón planteó que los influencers sirvieran de vía de concienciación. ¿Buena idea?
– Sí, es acertada, hay que buscar el canal de comunicación que los jóvenes utilizan y si están en las redes sociales y los influencers dirigen ahora la opinión pública, ¿por qué no?
– A través de esas redes, y con el móvil como aliado, los jóvenes consiguieron seguir conectados a sus amigos durante el confinamiento.
Noticia Patrocinada
– Al margen de esa hiperconexión, que no es suya sino que la han heredado de los adultos, consiguió que el aislamiento no fuera absoluto. El móvil fue un medio para paliar posibles ansiedades por estar aislados de su grupo. Imagina cómo hubiera sido esto hace cincuenta años.
en una situación «extraña»
– ¿La pandemia les pasará factura emocional?
– Seguramente tendrá consecuencias pero creo que menos que para el resto de los ciudadanos porque la gente joven tiene mucha capacidad para adaptarse y sus esquemas todavía están preparados para asumir cambios muy potentes o situaciones muy extrañas. La gente mayor está sufriendo un choque mayor.
Publicidad
– Hay quien teme una generación perdida con un mercado laboral complicadísimo, con becas y prácticas paralizadas...
– No me quiero poner en plan abuelo cebolleta pero en los noventa ya existía el mensaje de que el mercado estaba muy mal y que no íbamos a encontrar trabajo. La pandemia claro que va a afectar y creo que hay que orientar la educación hacia la flexibilidad y la capacidad de estar continuamente atentos a qué está pasando y formándose.
El nombre y el rostro de Fernando Iglesias saltó a la esfera pública en 2015 cuando asumió la secretaría general de Podemos en Vitoria con el partido casi en pañales.
– ¿Sigue vinculado a la formación?
– No, fue una fase de mi vida en un momento en el que sentí cierta responsabilidad hacia lo que estaba pasando, con la potencia de los movimientos sociales, pero tenía claro que no me iba a perpetuar.
– ¿Por qué dejó el cargo en 2018?
– Cuando el partido estaba más o menos organizado creí que lo correcto era pasar el relevo. Su nacimiento me pareció muy interesante pero no me veía en la batalla continua de la crítica.
– ¿Se fue con buen sabor de boca?
– Tuve mis disgustos pero entiendo que es parte del proceso político y que hay personas con las que conectas e iniciativas con las que te sientes cómodo y otras que no. A nivel personal fue brutal, hay que sacrificar muchas cosas de tu vida y entiendo que haya gente que acabe muy quemada, pero tanto el trabajo como secretario general aquí como el tiempo que estuve en Madrid como diputado fue también muy satisfactorio.
– ¿Le gustó descubrir cómo funciona la política nacional desde sus 'tripas' en el Congreso?
– Es muy enriquecedor ver los mecanismos o cómo se gesta una iniciativa. Recuerdo el día que prometimos la Constitución y nos pusimos delante de los leones, entraba un nuevo partido en el Parlamento y fue muy emotivo.
– ¿Entiende a quienes se hayan sentido decepcionados con Podemos en este tiempo?
– Totalmente, de hecho, lo han expresado en las urnas. Yo creo que hay cosas que se han hecho muy bien y otras, a nivel de organización interna, que dejan mucho que desear, pero lo veo como algo normal en el proceso de gestación de un partido relativamente nuevo.
– Roberto Ercilla también fue en las listas moradas. ¿Qué opina del mural que se ha pintado sobre un edificio suyo en Nanclares de la Oca sin su permiso?
– No es acertado. Si un edificio ha sido diseñado de una manera determinada y tiene un valor, en este caso arquitectónico, hay que respetarlo y, por supuesto, consultar al autor.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.