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Pues igual resulta que aquel «tengo tierras» tampoco es un gancho para ligar tan demodé como puede parecer. Al menos aquí, en Rioja Alavesa. Ahora mismo, por el viñedo en venta más barato que se puede encontrar –a través de un conocido portal de propiedades– ... se piden 130.000 euros por 1,2 hectáreas. «Y se llegan a pagar tranquilamente a 140, 150.000... lo que haga falta. Los grandes grupos bodegueros no tienen problemas en comprar 10 o 20 hectáreas por esos precios porque esta es la zona más atractiva de Rioja», asegura el enólogo y bodeguero Carlos Estecha.
«Esas cantidades hacen que, al final, los pequeños viticultores no tengan posibilidad de acceder a comprar nuevas tierras para ampliar sus proyectos», destaca Estecha. «Y poner en marcha un negocio desde cero, aunque sea un proyecto muy especial y exclusiva es, ahora mismo, en Rioja Alavesa, imposible», sostiene el experto.
«El joven que no tiene la herencia de los padres, lo tiene imposible para meterse en este mundo», contesta desde Elciego el bodeguero Jesús Bauza. «Ahora mismo, para ser viable, un pequeño productor necesita un mínimo de 10 o 12 hectáreas. Si a ese precio hay que sumarle maquinaria, instalaciones... te pones en más de dos millones, algo inasumible», evidencia Bauza.
«Ya no es un mundo atractivo»
«Mis hijos tienen 18, 20 y 22 años y todos se han preparado para dedicarse a la bodega, me gustaría que tuvieran viñedo suficiente para que pudieran poner en marcha sus proyectos propios pero es imposible», asegura Blanca Casado, de bodegas Idiaquez. El problema tiene una dimensión mucho más profunda de lo que puede parecer. La falta de relevo generacional también incide en la capacidad de fijar población en la zona. «Para muchos jóvenes, este ya no es un mundo atractivo como lo era para los de una generación atrás», destaca Roberto Oliván, propietario de Tentenublo Wines, en Viñaspre, uno de los proyectos más interesantes que se han descorchado en los últimos años por estos pagos.
«Las trabas burocráticas a las que nos enfrentamos y el precio de la tierra son un problema, pero también pasa cuando se pretende poner en marcha un proyecto agrícola en el cereal. Aquí se junta todo: el campo es un sector muy volátil, que requiere muchísimo compromiso», destaca Oliván. «¿Quién es el valiente que apuesta todo a un proyecto tan incierto como una bodega? Es mucho más cómodo optar por un trabajo en la Mercedes». Pero un contrato fijo no viste tanto en Tinder como un 'tengo tierras'... En Rioja Alavesa.
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