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A Josemari del Palacio (Aretxabaleta, 1948) la historia de Ángel García Hernández se le cruzó en una librería. El libro escrito en su momento por Ildefonso Sáenz le cautivó y desde entonces solo tuvo una idea: reeditar el libro y reescribir la memoria de García ... Hernández. Un militar alavés, protomártir de la II República al que quienes la consiguieron recordaron en 1931. Su historia y su memoria han sido ahora rescatadas en la segunda edición de 'Ángel García Hernández, un alavés para la historia', que se presenta este miércoles en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa a las 19:00 horas.
– 'Ángel García Hernández, un alavés para la historia»' ¿Por qué «para la historia»?
– Por su compromiso con la tierra y con la democracia. Lo pagó con su vida. Ángel García Hernández es hijo del siglo XIX, un siglo en el que se recupera la dignidad de la persona y por la que él pelea en el siglo XX.
– ¿Cómo llegó a su historia?
– Encontré la primera edición del libro en una librería. Me fascinó la historia de Ángel García Hernández porque es un personaje comprometido con la conquista de los valores más básicos.
– Ángel García Hernández prestó servicio militar en África. ¿Cómo pudo pasar por allí y no convertirse en un africanista?
– El sistema político era un sistema corrompido y mandaba a África a los hijos de los obreros para masacrar a los rifeños. Los hijos de los terratenientes pagaban y no iban para allá. Había en la España de entonces una gran crisis económica y material que alimentaba la crisis social. Ese cúmulo de crisis hace que algunos militares de estratos sociales populares sí tomen una conciencia social: Ángel García Hernández e incluso figuras de mayor nivel económico como Ignacio Hidalgo de Cisneros o la familia Martínez de Aragón.
– ¿Cómo era la Vitoria de la época?
– Muy desigual. Había un estamento militar que podía suponer en torno al 20% de la población, una élite eclesiástica, unos administrativos más letrados… y el pueblo llano, que no tenía cultura. Era tradicionalista; aquí el carlismo era mayoritario.
– Volvamos a Ángel García Hernández. Él protagoniza, junto a Fermín Galán, la fallida Sublevación de Jaca. ¿Cómo se lanza a hacer una temeridad así?
– Era un 'echado p'alante'. Y confiaba en que la situación estaba tan mal que creía que si ellos hacían el golpe los demás los iban a seguir después de fracasos como la Sanjuanada. Ellos querían prender un fuego que se propagase por un país que era una mecha. Ellos querían hacer una huelga general y un pronunciamiento de los acuartelamientos, nada más. No tenía que haber muertos.
– Pero no fue así
– En el bando de Jaca, Fermín Galán había establecido que aquel personaje que haga armas contra la República naciente será ejecutado sin apertura de proceso. Creo que eso fue un error. Pero a los opositores no se les trató mal
– Ángel García Hernández llegó a tener una calle dedicada en la ciudad. Hoy esa calle se llama Rioja. ¿Es el momento de devolverle una calle a Ángel García Hernández en Vitoria?
– Si me lo preguntas a mí, sí. Pero no hay condiciones para un consenso. Él fue militar y tenemos una idea de que los militares son lo peor por la experiencia de la dictadura. No podemos sacar adelante esa iniciativa.
– Más allá de Ángel, ¿tiene Vitoria una deuda con algunos de sus personajes históricos?
– Sí. Tiene una deuda innegable con aquellos que se implicaron a fondo en la consecución de una democracia digna y real. De hecho, lo hicieron con el riesgo de pagarlo con la vida.
– ¿Por qué cree que no se ha reparado esa deuda?
– Porque las élites de esta ciudad siguen siendo conservadoras. Ahí están las mayorías del PP en el pasado y las mayorías del PNV ahora.
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