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Aspecto de la calle Dato, en Vitoria. Blanca Castillo
Quejas y deseos para mi ciudad

Quejas y deseos para mi ciudad

El Ensanche, además de sucio, está quedándose triste y desvencijado. Un centro abandonado expande desánimo y decaimiento a sus barrios

Domingo, 21 de mayo 2023, 00:27

La ciudad en que vivo desde hace más de cuarenta años y que he hecho ya más mía que aquella en que nací se me ha quedado reducida a la dimensión de mi limitada movilidad. No pasa de ser para mí un agradable barrio semipeatonal ... de unas pocas hectáreas que frecuento a diario con paso torpe e inseguro. A éste solo puedo referirme en estas líneas y, aunque suene a poco ambicioso en estos días de campaña que invitan a dar rienda suelta a la queja y los deseos frustrados, diré que ni de la una ni de los otros tengo demasiado acopio. Casi todo lo que un ayuntamiento podría ofrecerme lo tengo ya al alcance de la mano. Ahí están, por ejemplo, a cien pasos, mi ambulatorio y el hospital, los dos apoyos de referencia que más precisa una edad como la mía. Está luego, más cercana, una renovada plaza de Abastos, que frecuento cada mañana de camino a la cafetería en que desayuno. A los dos flamantes supermercados que la flanquean se suma una variedad de comercios de cercanía entre los que puedo elegir a conveniencia. Farmacias, tres tengo equidistantes a no más de otros tantos minutos, que es el tiempo que también me lleva llegar a la parada del tranvía. Librerías y quioscos de prensa no faltan en la vecindad, como tampoco centros de variada oferta cultural. Y, para solaz, una hermosa plaza, rejuvenecida y verde, que se llena a diario de niños y ancianos que corretean, unos, y se sientan en sus bancos, otros, para leer, charlar o tomar el sol y dar, de paso, animación al entorno. Hablar, por tanto, a mi edad, de quejas y deseos frustrados sería conducta propia de viejo enfurruñado.

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