Joana Moll confronta microprocesadores y biodiversidad

La instalación, que podrá verse en este centro situado en pleno campus alavés hasta finales de año (de 9.00 a 14.00 y de 15.000 a 20.00 horas), «son más de 19.000 piezas enganchadas, algo más de 6.000 en grupos de tres». Cada una de ellas es la imagen de un insecto, que se une al conjunto mediante un alfiler, tal y como los especímenes se presentaban en las antiguas colecciones de pequeños artrópodos.

«La pieza habla de cómo el incremento de potencia computacional de los microprocesadores tiene una incidencia, una posible correlación, con la pérdida de biodiversidad. Son entidades muy pequeñas, microscópicas, pero aunque no las vemos tienen un papel importantísimo, diría que principal, en el desarrollo económico y el incremento de la productividad», expone Moll y lo enmarca dentro del crecimiento capitalista.

La artista sitúa a este tipo de elemento tecnológico como «el cerebro y el corazón de una máquina y permite que sean más potentes cada vez». Un claro ejemplo de esto son los teléfonos móviles. «Si comparamos los que usábamos hace diez años con los de ahora y lo que podemos hacer, ese incremento de producción es posible gracias al aumento de potencia de los microprocesadores», señala la autora.

Joana Moll apunta que «la comparación con los insectos no es casual. Si tuviéramos dos pirámides, una de vida tecnológica y otra de vida biológica, los microprocesadores y estos animales estarían más o menos al mismo nivel en cuanto a que estos últimos preparan la base que permite desarrollarse a ecosistemas terrestres y los microprocesadores hacen lo mismo en el ámbito tecnológico», describe quien ha organizado su pieza «como taxonomías».

Reflexiona Moll, por un lado, sobre la capacidad de estos elementos para «canibalizar» entornos biológicos. Y agrega que ahora «La distinción entre vida y no vida ya no nos sirve para entender procesos como puede ser el cambio climático».

La artista, cuyo interés por estos aspectos le llevó a aprender a programar en su momento, cuenta con piezas como 'Defooooooorest'. La difundió en colaboración con Tabakalera y aludía a la cantidad necesaria de árboles para compensar las emisiones de carbono que suponía el uso de Google.

La documentación de la obra señalaba que es el lugar «más visitado en Internet. El sitio tiene un promedio de 52.000 visitas por segundo y pesa alrededor de 2 MB, lo que resulta en una cantidad estimada de 500 kilos de emisiones de CO2 por segundo. En promedio, un árbol puede absorber 21,77 kilos de CO2 por año. Por lo tanto, para contrarrestar la cantidad de emisiones de CO2 derivadas de las visitas globales a google.com, cada segundo necesitaríamos una cantidad aproximada de 23 árboles».

O una ópera experimental y muda, 'A Silent Opera for Anthropogenic Mass'. «Cuando investigaba para 'Especies inanimadas', un artículo de la revista 'Nature' señalaba que en 2020 la masa antropogénica superó el peso de la biomasa total del planeta. Es decir, todas las cosas que hemos construido en la historia de la Humanidad, sobre todo desde la industrialización, como cemento, arena, vidrio... ». Confiesa que el dato no le sorprendió «más que el hecho de no haberlo superado años antes», considera que «es muy gráfico y da para una ópera, porque esto es una tragedia».

La trayectoria de Moll ha incluido presentaciones de obra en la Bienal de Venecia, MAXXI, MMOMA, CCCB, ZKM, Bozar, Ars Electronica, HEK, Fundación Cultural Coreana, Centro Chronus, University of Cambridge, Goldsmiths, University of London, University of Illinois, ETH Zürich, École d'Art d'Aix en Provence, British Computer Society, The New School, CPDP 2019, Transmediale, FILE e ISEA.