«Mi vocación nace de un trauma infantil de ser querido y visto»

– Ha dedicado gran parte de su trayectoria profesional al teatro, ¿dónde está más cómodo, sobre el escenario o detrás de cámaras?

– Me gusta todo. Quizás el espacio natural donde más experiencia tengo o donde más he trabajado es el teatro. Fue el origen y es donde el actor tiene más autoridad, pero estoy cómodo en todas las vertientes de la actuación.

– ¿Qué es el teatro y la actuación para usted y cómo surge esa vocación?

– El origen está en un trauma infantil. En una necesidad de ser querido, de ser reconocido o visto. Yo creo que esa es la causa de esta vocación. También descubrí a través del juego un espacio de libertad y de alguna manera tiene que ver con ese deseo o voluntad de no querer dejar de jugar. Ahí es donde entra el papel de actor para mí.

– ¿Qué tiene para ofrecer esta nueva versión de Romeo y Julieta? El espectador ya conoce la historia...

– Es una obra entretenida, divertida. Tiene música en directo, hay humor, la propia Ana Belén encanta. Es un teatro que repasa la historia de Romeo y Julieta, pero entrando por un sitio más lúdico. Aunque también hay momentos para la lagrimita, tiene partes emotivas. Te vas con un completo a casa.

– ¿En el tiempo que llevan de gira qué retorno han recibido del público?

– Lo que estamos recibiendo en general es que resulta original la forma en la que se cuenta y la historia que se narra. Empezamos en septiembre y vamos a estar hasta marzo. El público cuando nos espera a la salida nos suelen decir que les ha gustado mucho; que han reído y llorado a partes iguales.

– Su personaje lo hace, pero ¿usted también reivindica el amor más allá del que se vive en la juventud?

– Qué remedio, si no ya estaríamos perdidos a partir de cierta edad. Incluso me atrevo a pensar que hay algo del amor verdadero en la madurez. Yo distingo entre el enamoramiento y el amor. En esta primera las hormonas todavía son muy decisivas e influyentes en todo. Incluso uno cuando está enamorado, lo está de lo que le hace sentir el amor a él. En cambio, en la adultez es cuando puedes empezar a fijarte en el otro; reconocerlo y aceptarlo con sus imperfecciones. El amor no es sólo esa figura idealizada que te hace sentir que tu también eres ideal, donde vives todo intensamente como en una montaña rusa. Es aceptable y hay que vivirlo, pero el verdadero amor tiene que ver con cierto sosiego. La obra al final plantea esta pregunta, qué pasa con el amor en la madurez y ahí lo dejamos para que el espectador le dé una vuelta.

– ¿Cómo lo experimentan Romeo y Julieta en esa adultez? ¿Qué cambia de lo que sentían de adolescentes?

– La obra no entra directamente en el tema, lo deja planteado, aunque parezca que es la premisa de la historia. Sólo al final descubren que son Romeo y Julieta, sobre todo él descubre que es Romeo y ella se da cuenta de que el viejo que tiene al lado es su antiguo amor. No hay un desarrollo de esto, pero sí hay un guiño de qué pasará después, a dónde les llevará. Porque ellos tenían 13 y 14 años cuando murieron en la cripta y ahora es diferente.

– ¿Cómo ha sido y es trabajar de la mano de Ana Belén en esta obra?

– De entrada un regalo. Hasta ahora no he podido trabajar junto a ella, pero teníamos ganas de hacerlo ambos. Surgió esta oportunidad y ha sido un regalo. Aunque yo no estuve en el proceso de ensayos, porque en principio lo iba a hacer José Luis Gómez. Esa parte de los ensayos con Ana me la he perdido y ha sido una pena. Pero hay muy buena sintonía y química, con todo el equipo en general.

– ¿Cuál ha sido el mayor reto?

– Te confieso que uno de los mayores retos para mí ha sido cantar. Hay un momento durante la obra que mi personaje canta unas estrofas de 'Noche no te vayas', un bolero, y hacerlo al lado de Ana Belén da un poco de respeto. No es una asignatura pendiente, pero sí que es un lugar en el que me siento menos seguro, entonces eso sí que ha supuesto un desafío para mí.