Cuando en los 90 el humedal de Salburua apenas era un barrizal a las afueras de Vitoria, pocos supieron ver el potencial de lo que se iba a convertir en poco tiempo en el emblema del Anillo Verde. Y algo parecido pasó hace ... 17 años al otro lado de la ciudad, en Olárizu. Allí crece el otro gran referente del esparcimiento local, el Jardín Botánico, reconocido a nivel mundial por la flor y nata de los expertos en fitología.
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Iñaki Cerrajería
Aquellos primeros raquíticos carrascales, encinares, alcornocales, cascajares, acebuchales y maquias, pinares, abetales o sabinares albares que dieron forma a un bosque mediterráneo no levantaban allá por 2008 más que unos centímetros de suelo. Hoy dan sombra y forman parte del arboreto de los cinco bosques de Europa que conforma el Jardín Botánico, un reducto de biodiversidad que no para de crecer. Sus más de 30 hectáreas a las faldas del cerro del mismo nombre, puerta de entrada a los Montes de Vitoria, lucen ya miles de ejemplares de hasta 700 especies de los árboles y arbustos representativas de los paisajes del viejo continente, un lago, un mirador y una pradera de orquídeas. A todo este pulmón verde se sumarán muy pronto dos nuevas balsas para anfibios y el esperado jardín de plantas útiles que lucirá para la primavera de 2025 coloridos y aromáticos ejemplares de hasta 300 especies. Antes, este mismo verano, será ya una realidad el laberinto vegetal a la entrada del parque desde la Avenida de Olárizu.
Jardín Botánico de Olárizu
Arboreto de los bosques de Europa. Son cinco y representan a casi todos los paisajes del viejo continente, desde los mediterráneos a los templados, los boreales o los de alta montaña.
Otras colecciones. En el lago hay vegetación acuática y anfibia de Europa. Alrededor del mirador crecen hábitats subcantábricos y una pradera de orquídeas y geófitas.
Senderos y señalización. Se puede visitar de cabo a rabo a través de cómodos senderos. Cada bosque cuenta con carteles explicativos que ayudan a entender la importancia de cada árbol y arbusto. Hay miles de ejemplares de más de 700 especies.
Lagunas. Al lago con pasarela y patos se incorporan dos lagunas pequeñas de un máximo de 1,5 metros de profundidad para que críen allí la rana ágil y otros anfibios.
Jardín de plantas útiles. En el huerto del viejo caserío de Campo de los Palacios. Tendrá plantas de 300 especies usadas a lo largo de la historia como medicinas, condimentos, perfumes, tintes...
«Este es un patrimonio necesario. En nuestras manos está hacer cómplice a la ciudadanía; hacerla disfrutar de toda esa biodiversidad a su alcance y hacerla partícipe de la toma de decisiones sobre su conservación». Roberto Argote, jefe del área de Activación Ciudadana del Centro de Estudios Ambientales (CEA), intenta explicar por qué lo que ahora crece en el corazón Olárizu es mucho más que una colección. «Es un legado».
Es la 'catedral verde' de Vitoria. Y al igual que la gótica, está abierta también por obras durante todo el año, con un amplio programa de actividades didácticas y de ocio para toda la familia. Tiene su propio vivero y alberga en su sede de la Casa de la Dehesa un banco de germoplasma único que ya ha conseguido salvar de la desaparición decenas de especies de flora silvestre amenazada, endémica, rara, singular y propia País Vasco y territorios circundantes. Sus fondos, de un valor incalculable, han sido requeridos en programas de conservación del Gobierno vasco y las diputaciones y ahora el banco asesora al Ministerio de Transición Energética interesado en crear su propia 'sucursal', explica el conservador Agustí Agut.
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Argote, Agut y la responsable de actividades de Educación Ambiental del jardín, Irati Lekuona, explican brevemente el génesis de este hito al Sur de Vitoria. ¿Quién vio que aquellos campos de cereal y patatas tenían potencial botánico? El CEA. Los humedales, el Zadorra, los huertos ecológicos de Abetxuko... Faltaba un contenido temático para el gran parque al Sur de la ciudad. «Aquí (por la Dehesa) convergían las vías pecuarias, se dejaba al ganado en cuarentena antes de venderlo en la ciudad, existía la tradición de terrenos comunales, los alcaldes se reunían tras la visita de los mojones...», cita Argote a toda velocidad. Pero además, albergó el vivero del que se nutrieron los primeros proyectos de restauración ambiental que dieron origen al Anillo Verde y los primeros huertos urbanos. En cuanto se expropiaron huertas, ya no había marcha atrás.
Pero, recuerda Agut, el modelo nada tiene que ver con el de los parques botánicos clásicos. El de Vitoria es una infraestructura verde, un arboreto con un mantenimiento extensivo (de menor coste que el parque de La Florida, por ejemplo) y con vocación de conservar y educar. «La colección protagonista es la de los bosques, pone en valor la gran diversidad de los que hay en Europa y que han construido paisajes variadísimos y sus usos modernos, su papel ante el cambio climático, su capacidad de adaptación, su función de regulador de los recursos hídricos...».
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Al arboreto permite pasear por paisajes mediterráneos, templados, boreales o de alta montaña muy bien documentados mediante señalética y sin salir de la ciudad. Incluye un lago con vegetación acuática y anfibia, el mirador con hábitats subacuáticos y la pradera de orquídeas y geófitos. Mientras los jardineros se afanan en las plantaciones -este otoño se han incorporado 15 nuevas especies y más de 3.800 plantas- ya es visible la primera de las dos nuevas lagunas para anfibios que se habilitan cerca del anfiteatro. Con una profundidad máxima de 1,5 metros, lo que se pretende es que se conviertan en el espacio ideal para que críe allí la amenazada rana ágil. Y pronto será realidad también el controvertido laberinto, un atractivo para el parque que, recuerda Argote «apenas ocupará un 1% de su superficie».
El remate a este referente verde que no para de crecer será el jardín de plantas útiles junto al huerto y las paredes que aún quedan pide del caserío del Campo de los Palacios. Exhibirá para la primavera de 2025 una amplia muestra de 300 plantas que a lo largo de la historia han sido utilizadas como alimento, medicina, tejidos, forraje, elementos constructivos, tintes, perfumes, condimentos, estética o adornos. Ideal para estrechar lazos entre abuelos y nietos.
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¿Distingue usted el tomillo del espliego o sabrá encontrar los abedules? El legado natural de Olárizu le pondrá a prueba.
A los responsables del Jardín Botánico de Olárizu les faltan manos pero no ideas para atraer visitas a este magnífico pulmón al Sur de Vitoria. Tras el confinamiento, Olárizu fue el gran descubrimiento de los andarines y de los enamorados de los baños de sol. La oficina de información abre los fines de semana para explicar qué árboles o qué animales se pueden ver o cuál es la mejor manera de recorrerlo sin dejarse ni un rincón de Europa por explorar. Desde la Casa de la Dehesa se organizan asimismo originales conferencias, como la de esta semana acerca de la sabiduría de las plantas en la selva camboyana o la que habrá en marzo sobre los elementos vegetales en el románico alavés. Esta agenda de invierno incluye talleres de cestería, de perfumes, de plantas para la salud bucal, de bombas de baño, herbario, lámparas, yoga o de ritos del final del invierno, sin olvidar los recorridos guiados. En verano abrirá sus setos el nuevo laberinto vegetal, una invitación a disfrutar de lo verde mediante el juego. Por cierto, es uno de los rincones elegido por los novios para fotografiarse.
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