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Uno de los aspectos más desconocidos de la guerra contra los franceses (1808-1813) fue el uso de la inteligencia militar, lo que se conoce ... como el espionaje. La información como arma secreta forma parte de la historia bélica de la humanidad desde que hay registros. Los códigos secretos y la criptografía no fueron un invento de Napoleón pero los métodos de cartas cifradas usadas por la Grand Armée revelaban la importancia que daba a esa información que nunca hay que facilitar al enemigo. La guerrilla también contaba con una potente red de informadores que fue clave para sus golpes de efecto y sus emboscadas.
El libro 'The man who broke Napoleon's codes' escrito por Mark Urban ha supuesto volver a mirar con otros ojos la victoria aliada contra Bonaparte y su expulsión de España. No vamos a descubrir la eficacia del ejército inglés de Wellington, pero en este caso la aparición de un 'James Bond' fue tan crucial para echar a los gabachos como lo fue desentrañar los códigos secretos alemanes de Enigma en la Segunda Guerra Mundial. Y el trabajo de ese gran espía inglés que se llamaba George Scovell fue crucial para derrotar a los franceses en la Llanada alavesa el 21 de junio de 1813.
Interceptar los correos que se enviaban constantemente las unidades francesas acantonadas en España era uno de los objetivos prioritarios de la Guerrilla. En Álava se atacaron convoyes y destacamentos que protegían a los soldados mensajeros. Solamente en el Archivo Histórico Nacional se conservan 1.626 cartas interceptadas por fuerzas regulares españolas o por guerrilleros en el transcurso de la guerra. El terror de los generales franceses a que sus órdenes fueran conocidas por el enemigo obligaba a crear códigos secretos para impedir su lectura. El primero de los códigos creados se llamó Código del Ejército de Portugal. Utilizaba unos 150 números, cada uno de los cuales representaba una letra o una palabra. Pero a los franceses les duró poco el sistema. A George Scovell no se le resistió más que dos días. Le bastó una guía para principiantes de criptografía y un mensaje concreto de un general a José I. Había descubierto el sistema de cifrado de los franceses, dando una vez más la ventaja a los británicos y sus aliados.
Wellington creó una unidad específica con soldados de varias nacionalidades a los que llamó Guías del Ejército para especializarlos en interpretar el contenido de esos correos. Debían tener habilidades lingüísticas pero también conocimiento del terreno, un verdadero equipo de espionaje. Al mando de esa tropa de agentes estaba el mayor George Scovell. Los franceses multiplicaron sus esfuerzos por hacer un encriptado de sus mensajes que impidiera su lectura. Lo llenaron de trampas y trucos para confundir a los aliados. Se llamó el Gran Cifrado de Paris. La tabla constaba de unos 1.400 números para hacerla más compleja y segura. Había números que no significaban nada. Pero nuevamente, cometieron un error al no poner todo el contenido de sus mensajes encriptado. De nuevo Scovell descubrió el significado de todo el sistema secreto, aunque en esta ocasión le costó más tiempo.
En su libro Urban detalla cómo los ingleses toman el control de la mayor parte de la península gracias a que están sabiendo leer todos sus mensajes desde 1812 sin que los generales franceses lo sepan. La victoria está muy cerca. Precisamente, entre los mensajes se utiliza el código secreto elegido para Vitoria: la cifra 1241, que en un principio George Scoovell confunde con Burgos. Con el sistema de encriptado roto, y sin que los franceses lo sepan, Wellington tiene toda la información necesaria para saber qué quiere hacer el ejército francés. Y sabe que atacar en la Llanada alavesa es clave para una victoria total. Es lo que se produce el 21 de junio de 1813.
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