El complejo contaba con un edificio de estilo griego que los alumnos denominaban el 'partenón'. Rafa Gutiérrez

Izarra confía en romper su maldición

La Diputación de Álava busca comprador para las once hectáreas del internado. Se baraja desde una planta solar hasta un centro de alto rendimiento

Miércoles, 8 de noviembre 2023, 01:04

El colegio abandonado de Izarra tiene enfrente una nueva oportunidad para olvidar su decadente presente. Como ayer adelantó EL CORREO, la Diputación mantendrá el derecho de superficie hasta 2035 sobre sus once hectáreas sin tener que pagarle al Alavés -dueño del complejo- los 250.000 ... euros anuales que le ha inyectado desde 2011 mientras busca una iniciativa que dos décadas después devuelva la vida a este internado internacional. Un camping, un centro de hípica, una zona de pruebas para agentes de Arkaute, una planta fotovoltaica... En los últimos años se han barajado múltiples proyectos, pero ninguno ha logrado materializarse como si alguna maldición hubiese recaído sobre estos terrenos.

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Los muros de esta finca guardan numerosas historias, muchas anteriores a la llegada de sus primeros alumnos, a mediados de los sesenta. La familia Oriol eligió la colina Argitza, junto a la carretera de Vitoria a Orduña, para construir una villa rodeada de robles y hayas con unas impresionantes vistas sobre el bosque de Altube y las estribaciones del Gorbea. Una privilegiada localización que le sirvió a José Luis Oriol y Urigüen, promotor del Talgo, para ser considerado vecino de Álava y así poder representar a la provincia como diputado en las Cortes de la II República.

El chalé fue objetivo de la artillería republicana durante seis meses en la Guerra Civil y esta familia de empresarios que siempre se distinguió por su religiosidad acabó regalando la finca a la orden de los jesuitas, que la aprovecharon como casa de descanso hasta 1966. Ese año, el emprendedor de Algorta Juan Gonzalo Pérez pagó 16 millones de pesetas de la época (96.160 euros) remodelándola para que 150 internos pudiesen arrancar el curso 1967-68 con un programa educativo de vanguardia.

Un centro que -según defendía 'Don Juan', su impulsor, en las páginas de este periódico hace una década- no se fundó para las elites, pero que como consecuencia de su éxito empezó a ser objeto de deseo para políticos, empresarios, artistas y altos cargos de la administración que querían matricular a sus hijos allí. Por sus aulas pasaron los descendientes de familias ilustres como los Domecq o los Osborne, aunque también el hijo de la eterna mezzosoprano Teresa Berganza.

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Alumnos de Izarra en la clase de laboratorio. E. C.

El colegio fue creciendo poco a poco. Se inauguraron edificios auxiliares, canchas deportivas y cuando se procedió a la construcción de la residencia para chicas fue cuando 'pinchó en hueso' el plan de Juan Gonzalo. El arquitecto José María Pérez 'Peridis' -famoso por su faceta de humorista gráfico- fue el encargado del proyecto y se utilizaron módulos de hormigón recubiertos de madera con tratamiento antiincendios. Era lo más novedoso de la época. Fallaron los plazos de entrega y hubo problemas con los pagos con la constructora que dependía de Rumasa.

De ahí que la familia Ruiz-Mateos se convirtiese en la siguiente propietaria de estas instalaciones junto al Opus Dei. Sólo aguantaron al frente desde 1975 hasta 1983, cuando el Gobierno de Felipe González procedió a la expropiación forzosa del entramado empresarial de la abeja. Entonces, el grupo Montessori se hizo cargo del centro, que rebautizó como International College Izarra, donde se impulsó el aprendizaje del inglés, los métodos pedagógicos más modernos e incluso se daban lecciones de hípica.

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Las señales dentro del colegio estaban en inglés. E. C.

Pero el colegio colapsó en 1997 con una deuda superior a los 1.400 millones de pesetas (8,4 millones de euros) y dio por concluida su etapa educativa. El Alavés, bajo la presidencia de Gonzalo Antón, adquirió en aquella época los terrenos y edificios por dos millones de euros para crear una residencia de deportistas y después propuso una urbanización, pero sus planes fracasaron al chocar con el Ayuntamiento de Urkabustaiz, al que pertenece Izarra.

Suponía un lastre económico que el club arrastró hasta 2011, cuando tuvo que asumirlo la Diputación para rescatar al Glorioso de la quiebra económica que a punto se traduce en su desaparición. La Administración foral ha tenido que pagar 250.000 euros anuales al Deportivo Alavés, una renta que ahora desaparece pero manteniendo el compromiso de buscar alguien que lo aproveche.

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