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La Policía Local, a través de su unidad de menores principalmente, sigue la pista a 51 jóvenes sospechosos de haber participado en alguna ocasión en peleas programadas. Entre una minoría de la juventud vitoriana se ha puesto de moda quedar por redes sociales, planificar combates en plena calle y subirlos a plataformas digitales, como ya desveló en exclusiva este periódico el pasado 15 de septiembre.
Ayer viernes, este asunto se revisó en la comisión de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Vitoria. El PP solicitó al equipo de gobierno datos sobre este fenómeno. La titular de Seguridad Ciudadana, Marian Gutiérrez, explicó que la Guardia urbana cuenta con vasta información gracias al trabajo en la calle de sus agentes. «El año pasado hubo constancia de 37 peleas, por 17 en lo que vamos de 2020», enumeró.
«La inmensa mayoría» de estos pulsos se produce «en el entorno escolar», atajó. Vecinos de San Martín y Txagorritxu denunciaron estos combates en sus parques durante el verano. Gutiérrez aseguró ayer al resto de partidos políticos que «el mayor número de casos se produce en otros barrios». Fuentes internas de la comisaría de Aguirrelanda deslizan que «también hemos constatado otros en el jardín trasero de la Catedral nueva, y sí hemos tenido otras peleas en otros barrios».
El mal tiempo parece haber enfriado esta agenda de enfrentamientos. «Con la llegada de la lluvia y la bajada de temperaturas, estas concentraciones tienden a bajar», comparte un agente experimentado.
En total, según narró ayer Gutiérrez, «hay 165 jóvenes identificados», por los agentes locales que persiguen estas peleas programadas y agresiones a menores. Eso sí, no necesariamente por participar en algún duelo. De ellos, 131 aún no habían alcanzado la mayoría de edad. «El 63% son chicos», agregó la política socialista. Su media de edad es de «16,32 años». Y 37 figuran como «víctimas».
Estos chavales siguen reglas estrictas. «Existe una primera fase a la que denominan 'meter mierda'. En ella se echan en cara algún asunto menor, es más bien una excusa para montar el combate entre dos», especifican medios policiales.
Luego, los dos púgiles deben ser de similar complexión y peso. Si uno es netamente superior al otro se para el duelo. Si alguno pide acabar ya con la pelea, lo hacen. Otros adolescentes delimitan el ring y suelen grabar con sus móviles cada golpe. Es decir, como si fuera un club de la lucha.
«La inmensa mayoría de estas quedadas se hacen a través de Instagram. Por lo que hay una gran capacidad de difusión», alertó Gutiérrez. «La posterior viralización de los vídeos puede dar lugar a generar alarma social», admitió para añadir que «no hay que restarle importancia pero tampoco maximizar».
La unidad de menores y patrulleros de la Guardia urbana han registrado quedadas de «más de 150 chavales, aunque generalmente no llegan ni a la mitad». El problema es que, cuando los adultos se les acercan, «tienden a salir corriendo».
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