Este piso de los horrores se ubica en el barrio vitoriano de Adurza. Blanca Castillo

Prostitución en Euskadi

Investigan a 2 mujeres por obligar a prostituirse a 4 inmigrantes ilegales en un piso de Vitoria

Siempre debía haber una chica disponible para los clientes. La Ertzaintza localiza en la casa tres cámaras para vigilarlas y un par de datáfonos

Domingo, 5 de mayo 2024, 08:04

Daisy (nombre ficticio) aterrizó en Barajas el 6 de marzo y, apenas un par de días después, se instaló en el piso, ubicado en una calle del barrio vitoriano de Adurza y tras cuya puerta se ocultaba un prostíbulo. Hay cerca de un centenar ... de viviendas de similar funcionamiento repartidas por la ciudad, según medios policiales y ONGs. Junto a otras tres chicas –todas sin papeles– ha vivido en un régimen de semiesclavitud.

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Con sus movimientos restringidos. Obligadas a pagar una renta mensual de 250 euros por una habitación mugrienta y a entregar el dinero de sus clientes a una madame, quien luego les devolvería el 50%. Vigiladas por tres cámaras de seguridad. Con su documentación embargada. Y, debido a su condición de inmigrantes ilegales, reticentes a lanzar cualquier voz de alarma.

La mañana del viernes culminó un dispositivo de la Ertzaintza–informó ayer el Departamento de Seguridad– con la detención de la supuesta responsable del negocio ilegal, la encargada de controlarlas. Se trata de una mujer de origen extranjero de 45 años. Se hizo vecina de Vitoria hace año y medio y no ha dicho ni mu ni a los agentes ni a la autoridad judicial. Al parecer, a estas chicas les engañaba con la amenaza de que «sólo existen un par de pisos en los que admiten a chicas sin papeles», deslizan fuentes de la investigación.

Los atendía la madame

Los agentes hallaron ocho móviles cuyos números se anunciaban en webs de contactos

Para contextualizar este arresto hay que rebobinar al jueves 25 de abril. Esa jornada, una mujer muy alterada pidió ayuda al 112. Contó a los agentes la discusión entre otra compañera de su piso y la detenida, quien se negó a entregarle su pasaporte para evitar que se marchara. La primera visita policial dio pocos frutos, pero afloró un domicilio «insalubre». Las cuatro inquilinas negaron cualquier irregularidad, con la madame delante. Resulta muy complicado que este tipo de víctimas ose hablar. Suelen vivir coaccionadas y bajo un férreo control económico. Poco a poco, y con la intervención del grupo de Trata de Seres Humanos, agentes de Delitos contra las Personas de la Sección Central y el Grupo 6 –una unidad especializada en delitos graves– la madeja se fue desenrollando.

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Además localizaron evidencias como ocho móviles usados para contactar con los clientes, un par de datáfonos y tres cámaras con las que esta madame supuestamente monitorizaba a estas mujeres durante sus ausencias. A modo de detalle, cuando coincidían las cuatro en la cocina debían comer de pie, al carecer de espacio suficiente.

Turnos para salir a la calle

Sus horarios de atención abarcaban tardes y noches. Siempre debía quedarse –como mínimo– una en el domicilio por si aparecía algún hombre interesado. Carecían de llaves de la vivienda, por lo que debían turnarse para salir al exterior.

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Según las averiguaciones policiales, tampoco podían quedarse debajo del edificio, ni en las cercanías, para no despertar sospechas entre sus convecinos. Se investiga asimismo si esta madame les daba drogas. En parte, para tenerlas controladas, pero también para elevar la deuda contraída. Su teléfono particular ha sido requisado a la espera de que su estudio aporte nuevas pistas.

Llegó al buzón de la casa

La identidad real de la máxima responsable del negocio se ha conocido gracias a una multa

A mediados de esta semana, la Ertzaintza volvió al portal. Dos de las mujeres explotadas habían desaparecido. Se desconoce su paradero. Aunque sus pesquisas alumbraron una segunda sospechosa. Y con un supuesto papel capital en la trama. Siempre en base a los testimonios recabados, esta mujer, de 50 años, sería la dueña de la casa y se situaría por encima de la arrestada.

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Esta sospechosa pasaría de manera más esporádica a vigilar. Su identidad real –dio un nombre falso a sus víctimas– se ha conocido gracias a una multa de tráfico de la Policía Local entregada en el buzón. Originaria de Latinoamérica, tiene 50 años y lleva dieciséis años en el término municipal, donde oficialmente regenta un negocio de peluquería. Aún la buscan.

El Juzgado de Instrucción número 1 de Vitoria atendió ayer sábado a la detenida. Ésta se negó a hablar y a media mañana abandonó el edificio de la Avenida de Gasteiz imputada por «prostitución coactiva». Deberá presentarse cada quince días hasta nueva orden. Le han requisado el pasaporte.

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