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david gonzález
Domingo, 3 de julio 2022, 00:56
Antes que Ganalto, derribada y reconstruida por los vecinos de la Sierra de Badaia esta semana, hubo más ataques de similar factura por la geografía vasca. Alpitxu, Goikogane, Kamaraka (todas en Álava), las vizcaínas Mugarriluze, Kukutza y Barakaldo o, ya en Gipuzkoa, Buruntza. El listado ... de símbolos católicos atacados -franquistas para otros- se eleva hasta los doce incidentes desde 2018. En la mayoría de los casos, la Ertzaintza no tuvo que sudar demasiado para centrar la investigación. Ernai, la organización juvenil de Sortu, solía reivindicar la autoría a través de sus canales habituales.
El motivo siempre era el mismo; un presunto origen franquista de cada monumento construido a pie de cima y obviando el cariño de las comunidades cercanas. Así ocurrió en Ondarroa, Lemoatxa, Erandio o, más recientemente, en Buruntza. Sobre ésta última, enclavada cerca de Andoain y atacada el pasado 18 de diciembre, el juez de Instrucción de Tolosa, Gorka De la Cuesta, tomó declaración esta semana a uno de los líderes de esta organización radical.
el argumento
el ataque a olárizu
«Hablamos de una campaña clara y planificada con la que buscan marcar perfil, como antes hicieron con ataques al acuartelamiento de la Guardia Civil en Santa Cruz de Campezo o la oficina de denuncias de la Ertzaintza en Agurain», ilustran medios internos de la Policía autonómica.
Con Ganalto, cuyo origen se remonta a 1900 con dos reformas en 1953 y 2003, el guion se ha roto. Nadie ha colgado ningún vídeo o tuit acreditando la 'hazaña'. El absoluto mutismo ha extrañado en la Ertzaintza porque el resto de indicios son un calco a ataques pasados. Se usó una rotaflex. Cortaron con una pequeña inclinación para facilitar la caída de la estructura. Actuaron de noche. Y se trata de una zona donde ha habido más ataques. «Pero esta vez se han topado con un rechazo frontal de los pueblos que sienten esta cruz como suya y probablemente eso les haya frenado a la hora de sacar pecho», explican medios consultados. Siete vecinos la reconstruyeron esta misma semana. Necesitaron un camión pluma para levantar la estructura metálica de siete metros de altura y unos 350 kilos.
Excluyen de esta oleada a la vitoriana cruz de Olárizu, atacada hace unos meses «presuntamente por algún vecino de la cercana Mendiola», lo que provocó que la Policía Local mantuviera un destacamento en la cima a lo largo de varias noches. «Sólo subió una pareja en coche en busca de intimidad. Vaya susto cuando nos vieron», rememora un agente participante en aquel dispositivo.
Respecto a los posibles autores de los otros doce ataques existe una lista de sospechosos, pero esa indagación sólo se ha traducido en la visita al juzgado en el caso de la guipuzcoana Buruntza. «Siendo francos resulta complicado recabar evidencias de la participación de alguien en un sabotaje de estas características», admite un ertzaina consultado.
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