Instinto gráfico
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begiart ·
Un espacio comisariado por un comité de expertos para mostrar el trabajo de nuestros creadores silenciado por la pandemiaLe gusta la libertad creativa. Y no es amiga de las etiquetas. Bueno, de algunas sí, porque Raisa Álava es «de familia productora de txakoli y distribuidora de vino. Mi padre solía hacer las etiquetas, pero empecé a quitarle trabajo y a hacerlas yo. ... Es una labor que me encanta y que hago con muchísimas ganas».
Tras posar para la fotógrafa, admite que no es que le encante ponerse ante una cámara, porque es de las creadoras que prefieren dejar hablar a la obra. Pero también reconoce que le gusta poner rostro a las piezas de otros. «Muchas veces te imaginas una cara y luego, te sorprende. Está guay». Así que en este aspecto nos aproximamos al empate.
«Es la curiosidad», argumenta quien también se acerca así a una de sus pasiones, los gatos. «Me encantan», subraya quien hace una treintena que vio la primera luz en Zuaza. Y en un caserío de esa pequeña localidad del valle de Ayala es donde «tuve una gata que me regaló una prima mía. Sentía adoración total por ella. Estuve muchos años con ella y también tuve una en casa». Añade que, entre las múltiples virtudes de estos felinos, le gusta mucho su figura, tanto como para usarlos como referencia para dibujar.
Precisamente, deslizar una punta de grafito o un extremo metálico que deja un rastro de tinta sobre el papel es una seña de identidad de esta artista. «Llevo dibujando toda la vida, pero cuando llego a la universidad (Bellas Artes, UPV) lo voy haciendo de forma más consciente y observándome al mismo tiempo».
Reconoce que en su trazo hay una componente «muy aleatoria. Siempre empiezo con cualquier motivo, figurativo u ornamental, y lo desarrollo como a mí me dé la gana. Ahora que estoy intentando focalizarme en la ilustración editorial, me cuesta más centrarme para evitar desparramarme en una locura que a veces no viene a cuento», comenta quien trata de contener ese instinto, desbocado en ocasiones. Claro que Raisa Álava ha trabajado bastante en este campo editorial durante el último año y ahora prepara un portfolio para poner más su talento en este área «que me ha encantado», recalca.
Otra de sus filias nunca ocultadas es el mundo del cómic. En este ámbito, cita como sus mayores referentes a la colombianoecuatoriana PowerPaola (Paola Gaviria). «Leí un cómic suyo en 2012 y me fascinó abslutamente», recuerda. Pero también cita entre sus principales influencias a José 'Jajajá' Quintanar, con una estética un tanto geometrizante.
En cualquier caso, la autora alavesa se ha propuesto llevar a cabo ahora su propia obra, «un cómic cortito, de unas 25 páginas». Admite que para ella es «una frustración» no haber desarrollado aún lo que llega a calificar como «mi reto del año desde hace muchos». En cuanto a la temática, la idea es «un hilo conductor que me permita improvisar y, a la vez, darle una cierta coherencia».
En este sentido, Álava no es de planificar demasiado. Explica que rara vez hace un boceto en su trabajo de línea, tampoco en el grabado o en la cerámica, aunque este último material «es el que más se me va de las manos». Para ella «el proceso es lo más importante» y el punto de partida es una idea más bien vaga. En las piezas tridimensionales, por ejemplo, puede que sólo haya una premisa de formato horizontal o vertical. Pero el resultado final siempre tiene un sello personal, un aire de familia.
También el dibujo de Raisa Álava, quien al describir las obras de su padre señala que «se nota que le gusta mucho el surrealismo, la fantasía, el colorido». Si bien quien ha expuesto en Montehermoso o la sala Rekalde o ha visto su trabajo reconocido por la Academia de San Fernando o las becas Irudika considera que la avalancha cromática de sus propias piezas tiene que ver con el ordenador «y, como un niño con las pinturas, usarlas todas». Ahora tiene más control, pero resalta también su identificación con el dibujo automático surrealista. «Empiezo a dibujar y me dejo llevar». Por buen camino.
Raisa Álava (Zuaza, 1990) es una artista poco habitual. Desprejuiciada y activa, la libertad de su trabajo nace del uso del dibujo como herramienta de pensamiento. El suyo es un dibujo con el que disfruta, da formas inmediatas a reflexiones, a necesidades, rompe e reinventa referencias, trazos que actúan como una máquina de pensar y una forma de estar en el mundo. Su obra adquiere el formato de la ilustración, de la serigrafía o el grabado, saltando libremente de la línea a las tres dimensiones de la mano de la cerámica, en objetos que mantienen la fuerza del color, y las formas rotundas y desinhibidas de su dibujo.
Se me viene a la cabeza la obra de Santos Iñurrieta, ese mundo de dibujos de las cosas que tiene a mano, y que convoca cuando los necesita, los disecciona y recompone a placer.
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