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El Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Vitoria ha decretado el ingreso preventivo en prisión de un hombre, de 43 años, sospechoso de haber secuestrado y violado durante una semana a la que fuera su pareja sentimental. Según ha sabido este periódico, los hechos ... ahora bajo la lupa judicial sucedieron «entre el 25 y el 31 de mayo» en una lonja ubicada en la capital alavesa.
El caso salió a la luz gracias a un policía local fuera de servicio. El martes, sobre las 12.45 horas, caminaba por la calle Postas cuando observó a una pareja en plena discusión, saldada con un bofetón por parte del hombre. Ella salió corriendo y el varón la persiguió, ante lo que el agente llamó al 092 para solicitar refuerzos. El supuesto agresor fue detenido de inmediato y, al introducir su filiación, la base de datos chivó que tenía una orden de alejamiento de esa mujer.
el martes 31 de mayo
Pronto descubrieron que había mucho más. En la comisaría de Aguirrelanda, la agredida relató un auténtico infierno. Aseguró que había pasado los últimos siete días retenida en un bajo. Durante ese tiempo, su captor no le habría dejado ni comer ni beber nada «salvo alcohol». Siempre según esta versión, su antiguo compañero sentimental la habría amenazado con atacar a sus hijos en el caso que saliera a la calle y huyera. Durante ese cautiverio hubo más coacciones y agresiones sexuales continuas.
Al tratarse de una declarante con severos problemas psiquiátricos diagnosticados, en la Guardia urbana extremaron las precauciones. Se midió cada paso para asegurar los derechos fundamentales de ambos involucrados.
Cuanto más tiraron de la madeja, más credibilidad ganó la entonces denunciante. Por ejemplo, los investigadores localizaron en el escenario de los supuestos hechos una carpeta de esta mujer con la notificación de la orden de protección. La llevaba consigo el miércoles 25, cuando el ahora reo preventivo la abordó en plena calle. Le mostró un cuchillo y la conminó a acompañarle hasta el bajo.
Una vez dentro y sin testigos, según describió esta mujer, él le desveló que había pertenecido a «una organización terrorista en Argelia» y que con sus conocimientos en armas iba a destripar a sus hijos si no hacía lo que le pedía. También violaría a su hija.
Al parecer habría colocado un candado en la puerta de la estancia cuando se ausentaba. Se le investiga asimismo por sustraer el teléfono móvil de su ex, que habría puesto en modo avión para evitar su geolocalización. «Llegó a envolverlo en papel de aluminio con esa misma esperanza», deslizan fuentes policiales.
Durante esas fechas, la retenida tuvo que hacer sus necesidades fisiológicas «en bolsas de plástico». Incluso, siempre según su versión, llegó a pensar en quitarse la vida «con una botella rota». El martes 31, su captor accedió a salir a la calle juntos. La caminata quedó abortada gracias al agente fuera de servicio.
El jueves, tras 48 horas de pesquisas, la Policía Local presentó al sospechoso ante la autoridad judicial. La agredida acudió en calidad de víctima. Los testimonios, coinciden las fuentes consultadas, distaron bastante. Mientras ella hiló un relato sostenido y calcado al ofrecido en sede policial, el sospechoso incurrió en numerosas contradicciones.
Ante el «riesgo de fuga» y debido a su carácter reincidente -en mayo le condenaron a no acercarse a la víctima-, el juez Jesús De Abajo ordenó su ingreso en Zaballa. Así seguirá mientras le investigan por «agresión sexual, amenazas, detención ilegal, quebrantamiento de condena y maltrato, físico y psíquico».
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