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Contrastar las experiencias de mujeres de distintas generaciones contribuye a dar cuenta de los avances que se han producido en materia feminista. Más aún, en ... ámbitos que tradicionalmente han estado masculinizados, como ha sido la ingeniería. Sobre todas esas cuestiones han querido expresarse este viernes tres profesionales del sector industrial en la Escuela de Ingeniería de Vitoria de la UPV/EHU. La decana del Colegio de Ingenieros Industriales de Álava, Kristina Apiñaniz, y dos jóvenes que prácticamente acaban de iniciar sus trayectorias, Ainara Ugarte y Zaira Arteaga, han sido las protagonistas de una mesa redonda que ha tenido como objetivo reivindicar la elección de este camino, así como compartir conocimientos, desafíos y logros con motivo del próximo Día de la Mujer, el 8M.
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Frente a medio centenar de asistentes -muchos profesores y alumnos del centro-, las tres han coincidido en que «por fin ya no ponen en duda nuestras capacidades sólo por ser mujeres». «Estamos mucho mejor», ha valorado Apiñaniz. «Igual las canas pesan más que el género, pero las empresas ya no creen que el trabajo lo vaya hacer mejor un hombre por el hecho de serlo. El salto se ha dado a nivel cualitativo, ahora la barrera está en lo cuantitavio», se ha referido. Es decir, después de mejorar el trato, el «reto» está en conseguir que haya más rostros femeninos que no tengan reticencias a la hora de sumarse a empresas, laboratorios o universidades para desempeñar un puesto de ingenieras.
Algo positivo y que puede atraer más vocaciones es que, por ejemplo, en el caso de Ugarte y Arteaga, han descubierto que con la carrera que estudiaron (Ingeniería Mecánica) han descubierto que sus trayectorias pueden orientarse a otros ámbitos «más sociales». «La ingeniería también se mete en otros sectores de la vida y ofrece la posibilidad de generar otras sinergias; no sólo es fábrica», ha puntualizado Ugarte, que trabaja en el centro de investigación MC3 Mondragon Componentes Competence Center.
En este sentido, Arteaga ha recordado lo beneficioso que es que desde las escuelas se fomenten estas profesiones y que el relato, con las experiencias de cada una, trascienda. «Mi madre también estudió ingeniería y me cuenta cómo ha cambiado todo. Igual en mi taller, de cien personas, hay dos chicas. Pero en la dirección, el 33% somos mujeres», ha relatado esta responsable de procesos especiales en la firma Herdit.
Sobre las formas de liderazgo ha sido contundente Apiñaniz: «Yo he aprendido a gestionar equipos de hombres porque trabajo en tres empresas distintas y no hay ninguna mujer. Nunca he tenido referentes iguales a mí y, por eso, antes intentaba parecer un hombre, hasta en la forma de vestir, porque pensaba que esa era la forma de hacer. Al final me he dado cuenta que mi estilo de liderazgo -no sé si por educación o género- es mucho más empático. Y eso es un valor. Yo no he llegado a lo sitios a demostrar nada», ha subrayado.
Por otra parte, ha animado a que «si hay motivación», las nuevas generaciones se lancen a ser ingenieras. «Te da criterio y capacidad; con esas aptitudes, será fácil adaptarte a los puestos que surjan», ha concluido el coloquio.
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