![Así se improvisan los talentos del jazz](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202105/30/media/cortadas/jazz30-kyEI-U14053224158250F-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Prestar algo de atención a lo que suena en las aulas del Conservatorio Jesús Guridi sirve para ir deshaciéndose de unos cuantos clichés, de esos mantras que repiten que la enseñanza musical está anticuada y de que las partituras solo frasean un estilo que pierde ... adeptos. Entre los alumnos no hay ese gesto de hastío tan repetido en películas donde aparecen jóvenes frustrados ante la imposibilidad de dar la nota exacta. Y más bien sorprende que, entre escalas y partituras de Liszt y Bach, se cuelen por debajo de la puerta los primeros compases de canciones como 'Blue Moon', esa balada versionada mil veces por artistas como la leyenda Frank Sinatra o el roquero Liam Gallagher.
Es en la clase de combo, también conocida como la asignatura de Música Moderna, donde el latido de la batería marca el pulso y se dice adiós definitivamente a esa imagen preconcebida de que allí solo aprenden clásica. «Aunque también damos ese repertorio, lo que más me gusta es tocar e improvisar jazz en las clases de combos y big bands», dice Martina González de Langarica, que cursa estudios profesionales de bajo y saxo. Es una de las alumnas de Combo B. «El bueno», bromea.
En los últimos años se han incorporado a las enseñanzas profesionales especializadades como guitarra eléctrica y bajo eléctrico. La diversidad se refleja en las pruebas de acceso al conservatorio Jesús Guridi. Mientras que para violonchelo aparecen como obras orientativas Vivaldi o Mendelsshon, para piano sonatinas de Beethoveen, en el caso del bajo eléctrico la lista de partituras que sirven como puerta de entrada, siempre que se borde su interpretación, abarca desde Red Hot Chili Peppers ('Give it away') a Duke Ellington ('Satin Doll'). Además se valora la «capacidad de improvisar», como recogen las directrices del propio conservatorio.
Esa inclusión de música moderna en los conservatorios se ha acelerado en los últimos años. «Es importante que entiendan lo que están tocando», apunta el profesor Iñar Sartre, que se formó en Musikene y en el Conservatorio Superior de Música y Danza de París. Forma junto a Joanes Ederra (bajo eléctrico) e Iban Gurrutxaga (guitarra eléctrica) el departamento didáctico de este estilo en el conservatorio vitoriano. Sartre, que ha publicado discos como 'Ilusions', señala que entre los objetivos se encuentra fomentar la «faceta como instrumentista» e ir más allá de la interpretación. También recuerda que ya Bach improvisaba al órgano y esa parte más creativa, sin ceñirse a una partitura, se ha ido recuperando.
frente al público
«Tenemos que improvisar y hacer solos. Es la parte que más nos gusta del jazz porque va más allá de interpretar una partitura», cuentan también Úrsula Melara, de quinto curso de contrabajo clásico y Aimar Palacios, trompetista. Se debaten entre seguir la carrera como músicos de jazz o de clásica. «Igual hago las pruebas de acceso para las dos modalidades en Musikene (conservatorio superior de San Sebastián) y en el Conservatorio Superior de Navarra», explican. Ambos fuera de clase tienen un grupo en el que tocan estilos como el rock, el ska y el reggae. «Nos gusta probar géneros nuevos». Curiosamente, Irenka Pastor, alumna de Canto, es la vocalista del grupo de heavy metal Delenda Est. «¡No lo sabíamos!», comentan los compañeros al enterarse.
En esas clases de Música Moderna también se ponen a prueba. «Levantarte y decir que vas a hacer algo propio es lo que más me asusta también, porque nunca sabes lo que va a pasar en la improvisación», señala Martina. Por las puertas del conservatorio han salido algunos jóvenes como David Cid, pianista residente en Valencia que debutó en el Festival de Jazz de Vitoria junto a Joel Frahm y finaliza en estos momentos un máster en Musikene. En su agenda hay conciertos junto a Perico Sambeat «Yo me encontraba en mi último año de piano clásico del grado profesional y conocí a gente que llevaba tiempo tocando en la Big Band Txiki y Big Band Guridi. Gracias a ellos descubrí el jazz y me apasioné. Éramos una piña en la que estaba David Juarez o Eolo Andino», recuerda.
Es vital que tanto dentro como fuera del aula se respire ese gusto por la música de Nueva Orleans. Cid cuenta que el compositor y pianista Koldo Uriarte (ganador del premio a mejor música en Sitges por la banda sonora de 'Baby', junto a Bingen Mendizabal) le ayudó ya fuera del aula a adentrarse aún más en el jazz y los ejercicios del conversatorio que había realizaron le vinieron muy bien técnicamente. «Los profesores me enseñaron mucho, aunque decidí ir por un camino que no era el clásico», cuenta Cid. «Sé que es muy difícil vivir del jazz, por eso sigo estudiando».
adaptación
Esa pasión por este estilo se contagia también en la Escuela de Música Udaberria. En sus aulas hay tres clases de combo, donde los más jóvenes empiezan a los 15 años. En su caso, cabe una diferencia con la educación reglada y es la menor exigencia. «El objetivo es disfrutar de los músicos sin tener que estar pensando en unos exámenes», dice Charo Gonzáez, responsable de la escuela. Ese ánimo se refleja en los alumnos del combo Eiken, con edades comprendidas entre 20 y 23 años, que también tocan rock, pop y blues. Además otra formación salida de la escuela, los Kanajazz, son unos viejos conocidos de los programas de conciertos. «Tocar en grupo es un aliciente para todos, sales de tu mundo y compartes con otra gente. Hay algo más de compromiso y las miradas bastan para comunicarse sobre el escenario».
El Festival de Jazz de Vitoria, la reconocida programación del Dazz, el Ondas de Jazz... Se puede decir que en Vitoria soplan los vientos del género nacido a finales del siglo XIX en Estados Unidos. Y tiene también su reflejo en la oferta formativa del Conservatorio Jesús Guridi y las diferentes escuelas -Luis Aramburu y Udaberria-. Este acercamiento, además, se concreta en programas como el Jazz Vital, que se celebra del 6 de mayo al 3 de junio, con la actuación de alumnos de los diferentes centros. No hay nervios cuando les toca actuar. «Los justos», afirman Egoitz Fernández (18 años), trompeta, y Kiara Gorosabel (13 años), quienes tocaron el pasado 6 de mayo en el ciclo como parte de la Big Band Txiki. En sus auriculares dicen que suena todo tipo de música. «Sobre todo jazz», dice Egoitz, que menciona a Sinatra y Miles Davis. «Es una playlist de Spotify», cuenta. Asiduos al Ondas de Jazz, que se celebra en el conservatorio, también han visto alguna actuación en el polideportivo de Mendizorroza del gran festival. «Sobre todo lo que nos gustaría sería participar tocando».
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