Hay unas cuantas reglas básicas que conviene atender a la hora de preparar la tartera para llevar la comida al tajo. Las ensaladas nunca se deben aliñar, pescados y carnes a la plancha tienden a convertirse en tabiques de pladur tras ser recalentados y, en ... general, los arroces tienden a mutar en argamasa. Con la hostelería cerrada a cal y canto, cientos de trabajadores alaveses se han visto obligados a recurrir al táper y al socorrido bocata al mediodía. No queda otra.
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La flexibilización de los horarios y el teletrabajo ya había puesto un duro golpe para los hosteleros que se dedican al menú del día en Álava. «Pero, claro, este cierre está siendo ya la puntilla», evidencia Eugenio, que regenta el Lapatza, en Miñano, uno de esos bares de carretera sin ínfulas, donde siempre espera un plato generoso aguardando al currela a la hora de la comida.
En su comedor, separados, cuatro hombres, todos camioneros, los únicos que, a día de hoy y tal como recogen las restricciones del Gobierno vasco, pueden sentarse a la mesa de un restaurante. Los transportistas agradecen la excepción a la norma que no se aplicó durante el anterior cierre hostelero. «Fue muy duro entonces, ni siquiera encontrabas un sitio abierto para utilizar el servicio», recuerda Luis Ángel Etxebarría, transportista. «Ayer (por el lunes) me traje una ensalada de pasta para comer en la cabina, porque no sabía que sí que podíamos venir a comer a los restaurantes de carretera... pero esto es otra cosa», apunta mientras aguarda un plato de vainas con patata.
El resto se tiene que conformar con llevarse la comida para llevar. Javier Fernández, operario del servicio de mantenimiento en el parque tecnológico de Miñano, come a diario aquí, donde Eugenio Lapatza. «Y menos mal que han puesto este servicio de encargos porque, si no, ahora es imposible comer caliente: en verano te puedes arreglar con ensaladas pero ahora que llega el invierno...», destaca.
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En Miñano el restaurante, que gestionaba la firma Eurest, lleva cerrado desde marzo. Y, en este tiempo, los trabajadores han tenido que ir improvisando sobre la marcha. «La inmensa mayoría ya regresaba a casa para la hora de comer y , ahora, con más razón», señala la gerente del parque, Miren Bilbao. Para el resto se habilitó un comedor en el que se han adoptado todo tipo de medidas higiénicas. Los trabajadores han de reservar a través de una app para poder acceder a las instalaciones, donde no pueden permanecer más de 20 minutos. Como en muchas empresas, se ha prohibido el uso de los microondas para prevenir contagios. Sí, llevarse algo caliente a la boca resulta bien complicado.
«Soy de los pocos que se quedan a comer aquí y se traen la comida de casa», reconoce Markus, ingeniero alemán, mientras apura su tartera en la terracita al sol del CIC Energigune. Muy cerca, Laura da buena cuenta de un bocata. «Podría prepararlo en casa, pero prefiero encargarlo y hacer gasto en un bar, estoy convencida de que es necesario apoyar a la hostelería: todos tendríamos que hacer lo mismo», insta.
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