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La Marcha contra el Cáncer supone también una oportunidad para que las familias expliquen por primera vez a los más pequeños qué es la enfermedad. Es lo que muchos aitas y amas han hecho durante la kalejira de la marea verde por Vitoria. Marta Sancho, ... que iba acompañada de su hija Enma y de sus compañeros de trabajo era rotunda en este aspecto: «Los niños sólo van a aprender lo que ven», sentenciaba.
Laia ha recorrido los seis kilómetros acompañado de Bernat y de sus hijas: Alaia y Udane. Su hermana tiene un cáncer de cerebro, extremadamente complicado, y ve la marcha como una oportunidad para transmitirle a Alaia y Udane «que si no hay dinero, no se estudia y no se salva la gente».
Mirna ya ha lidiado con el propio cáncer y agradece mucho el apoyo que le presta la Asociación contra el Cáncer. «Es un día muy relevante. Sé lo que significa estar al otro lado y tener apoyo. El trabajo de ellos es súper importante». «A nivel psicológico, tener a alguien que te dé una palmadita cuando no está tan animado ayuda mucho», señala.
Alfonso Area, que venía acompañado de amigos y familiares, no ocultaba que la marcha es una oportunidad precisamente «para charlar y explicarles cuál es la causa de que estemos todos juntos». «Les cuentas de una manera más edulcorada qué implica una enfermedad como el cáncer, que algunos han vivido de cerca. Esta es una manera amable de explicarles qué es lo que pasa y por qué es importante dedicar medios y recursos a la enfermedad», relata. «Es importante que ellos puedan entender dentro de sus mentes infantiles qué consecuencias tienen estas enfermedades, que cada vez afectan a gente más joven», concluye.
Aunque la media de edad no era tan alta como en otros eventos, los mayores tampoco han querido faltar a la cita. El rango de edad podía abarcar desde niños que aún pueden contar con una mano sus años de vida hasta expertos como Juani Jiménez, de 83 años, al que la ha llevado a la marcha su hijo 'Txetxu' acompañado de Pancho, su perro. Juani no ha podido hacer el recorrido a pie, pero desde su silla de ruedas ha querido poner su granito de arena contra la enfermedad, que se ha llevado por delante a su marido, a hermanos y a amigos. «Todo eso te sobrecoge», indicaba al final de la prueba. Aunque le daba miedo que fuese demasiado paseo para Txetxu empujando la silla de ruedas, ambos lo han conseguido y se han quedado «encantados por haberlo hecho». «Y por lo que es, más todavía», puntualiza.
Pili, Amparo y Mila López han llevado «muy bien» los seis kilómetros. Aunque a Pili le ha costado un poco «por la cadera», la marcha «ha merecido la pena» porque la vivencia marchaba junto a ella: su marido, Manuel Vicente, lleva 19 años peleando contra un linfoma. Aunque asegura llevarlo «bastante bien», matiza que «es importante que se siga estudiando y que salgan fármacos nuevos».
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