Según la encuesta electoral del Gobierno vasco, conocida como Sociómetro, la disputa por la Alcaldía de Vitoria se presenta con tres partidos en el canto de un duro. Por un lado, un PNV que solo mejora una décima respecto al anterior estudio del Ejecutivo y ... pasa del 24,2% que se asignaba a Urtaran a un 24,3% para la 'nueva' Artolazabal.

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Por otro, la consistencia de Bildu que se acerca aún más al PNV y reduce en dos décimas la distancia que tenía hace seis meses. Y en tercer lugar, el PSE, pisando los talones a los dos anteriores y dentro del margen de error de la encuesta, o lo que es lo mismo, manteniendo el triple empate entre las tres fuerzas.

Pero lo que llama la atención de estos datos es que los analistas políticos consideran que la polémica generada en torno al proyecto del centro de refugiados de Arana está afectando a los resultados de las candidatas. Resulta curioso que con el caso De Miguel recién sentenciado o con el escándalo de abusos sexuales de Sansoheta lo que genera movimientos de votos es un proyecto humanitario. Repito, humanitario.

Y es curioso porque el mismo Sociómetro coloca a la inmigración, siempre que consideremos a los refugiados como un 'problema' de esta índole, en el séptimo lugar de las preocupaciones de los vascos. En cambio, en la capital alavesa el quilombo se ha montado por este tema y no por los ya mencionados de corrupciones y escándalos varios. ¿Será que somos en Vitoria unos xenófobos encubiertos o que se ha montado una polémica artificial?

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El calor que desprende la cercanía de las urnas es capaz de deshacer y desvirtuar cualquier debate. Incluso los que se refieren a cuestiones de derechos humanos básicos y que debieran estar fuera del destructor fuego político. Sé que es iluso creer que hay algún partido político que no aproveche los ánimos que enciende este tema entre la xenofobia local para desgastar al rival y arañar algún voto ultra. Pero con la vida de los necesitados no debería jugarse como ya deberíamos saber en Vitoria.

El calor que desprende la cercanía de las urnas es capaz de deshacer y desvirtuar cualquier debate

Todavía resuenan los ecos de aquel 'Ayudas más justas' que hizo a Javier Maroto ganar las elecciones y perder la Alcaldía en 2015. El regidor del Partido Popular creía que había quienes se aprovechaban del padrón para cobrar ayudas. Hoy es él quien está empadronado en la segoviana localidad de Sotosalbos para poder ejercer, y cobrar, como senador por Castilla y León. En la escena del capitán Louis Renault en el casino de 'Casablanca' había menos cinismo.

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Pero volvamos al presente. El PNV, en mi humilde opinión, ha hecho un uso torticero del asunto. Para ellos, este centro «choca con el modelo vasco de acogida y asilo». Pero no explican cuál es la diferencia entre este lugar de acogida y el que el lehendakari inauguró en Irún para 150 personas. ¿300 son muchos y 150 está bien? ¿A partir de qué cifra un centro es macro o micro? ¿Ponemos pancartas de 'Refugiados, bienvenidos' o le añadimos un 'de pocos en pocos'?

Es terriblemente preocupante que se piense que este tema, tan sensible y tan necesario, pueda generar votos. Y si se cree, entonces tendremos que ponernos como sociedad frente al espejo y a la pregunta de si los vitorianos somos xenófobos responder sencillamente que, por lo que parece, sí.

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