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Tras cinco años de trabajo, ayer se inauguró la ‘nueva’ iglesia de Antezana de Foronda con un centenar de asistentes.

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Tras cinco años de trabajo, ayer se inauguró la ‘nueva’ iglesia de Antezana de Foronda con un centenar de asistentes. Igor Aizpuru

Una iglesia con «memoria histórica» en Antezana

Ayer se inauguró el mural del templo, ubicado al lado del aeropuerto de Foronda, con las pinturas de Xabier Egaña

Ramón Albertus

Domingo, 28 de enero 2018, 00:34

Durante esos cinco años de trabajo, el artista Xabier Egaña (Getxo, 1943) tuvo vértigo. No era por la altura del andamiaje al que se subía para pintar. Lo sentía por la necesidad de que su obra estuviese a la altura de las expectativas del pueblo. Estaba rodeado de paredes en un templo que «posibilitaban todo y no decían nada».

El camino ha sido «largo y revuelto», reconoció el propio pintor ayer en la inauguración de sus murales en iglesia de Antezana de Foronda a la que acudieron una nutrida representación institucional encabezada por el lehendakari Iñigo Urkullu, quien destacó que la iglesia de San Miguel, construída en la segunda mitad del siglo XVIII. Ahora sus paredes blancas acogen la decoración más expresionista de Egaña. «Euskadi gana un espacio singular. Es un lugar recuperado desde el pueblo y para el pueblo», destacó el lehendakari.

Ese expresionismo de colores vibrantes suscitó las felicitaciones en un pequeño pueblo de 86 habitantes, al lado del aeropuerto de Foronda, que ayer multiplicó su población. «Ha quedado preciosa». «Muy vital». Eran algunos de los comentarios que recibió Egaña.

En las paredes se ven representadas lápidas del cementerio judío de Praga. ‘El grito’ de Münch. Paisajes desoladores a bordo de pateras. La Venus de Willendorf. Episodios de los evangelios como el Descendimiento de la Cruz. Los muertos del trágico 3 de marzo en Vitoria. «Mi vida se había convertido en un peregrinaje a la búsqueda de ensoñaciones». Esa frase firmada por el autor -que leyó en su lugar Mila Bretón, profesora de la Escuela de Artes y Oficio, en su nombre- es el mejor resumen a su implicación en este proyecto muralístico que se llamó ‘Pintura para la vida’ y que ya es una realidad.

«Los cinco años de trabajo en la iglesia han sido una búsqueda continua de ensoñaciones»

Xabier Egaña, autor

Todo comenzó en 2013 con la intervención en el pórtico exterior. Fue la carta de presentación «al público y al Obispado». Allí, a la entrada se lee ‘Paz y bien (bake eta on)’. «El Obispado tardó un año en dar el visto bueno para pintar el interior de la iglesia», comentó Xabier Egaña. Cuando lo obtuvo, su obra se vio «desbocada por el andamiaje». Le preocupaba rematar esquinas, repasaba hasta «veinticinco veces la misma cabeza». No dejaba de darle vueltas a otra cabeza, la suya propia. Llenó 200 páginas de sus bocetos. «El imnsonio no te deja dormir y no te quitas de la cabeza esas pinturas».

En ese tiempo también empezó a fraguarse una comunión con el pueblo. Todos los domingos después de misa, los feligreses -en una pequeña veían cómo el blanco de los muros iba tomando color. «Claro, al final conoces a todo ‘pichichi’ en el pueblo», contaba a este periódico. ¿Qué le comentaban mientras pintaba? «A los vecinos les extrañaba lo diferente que resultaban los bocetos» del resultado final. «Todo cambiaba. Fijaos en los andamios. Tanto hierro dentro de una iglesia no lo vais a ver nunca», les avisaba.

La unión con los vecinos de Foronda también se estrechó entonces. La soprano Helena García le preguntó al pintor hace seis años -ella tenía 18 años- si podía cantar en la iglesia. «Por favor, déjame cantar». La respuesta fue «claro, súbete al andamio». Allí escaló su ‘Ave María’. Ayer, la joven volvió a cantar en la presentación de los murales, acompañada al piano por Maite Gómez. Ya sin andamios en la planta. También tocó el trompetista Joseba Aparicio. «Lo conocí cuando tocó en la boda de mi hija y tenía que tocar aquí también», comentó Egaña en el acto que se convirtió en un homenaje a su carrera de la que sobresalen su trabajo en el el ábside de la iglesia de San Pelayo de Zarautz y en la iglesia alemana de Mühler.

«Euskadi gana un espacio singular y es un lugar recuperado por el pueblo y para el pueblo»

Iñigo Urkullu, lehendakari

El promotor de este proyecto, Diego Bermejo, catedrático de Filosofía en la Universidad de Deusto, destacó que la «iglesia debía ser un espacio recuperado para el arte y la sensibilidad frente al proceso de secularización de la sociedad» y definió este proyecto postmoderno como «arriesgado». No en vano. «Su estética vanguardista», los colores vivos y las escenas contemporáneas están en el mismo espacio que un retablo barroco del siglo XVII. «Potencia la vida del pueblo. Y la Diócesis gana un espacio adaptado a los nuevos tiempos con esta obra comprometida con la cultura y la modernidad».

El catedrático también reivindicó la pitura de Xabier Egaña por su temática. «Siempre trata al ser humano enfrentado al sentido de la existencia». Un ejemplo es el muro lateral en el que se ve a una pareja junto a la palabra ‘esperanza’ -con la inspiración directa del personaje del ‘Guernica’, de Picasso, que porta un candelabro- o el naufragio de una patera que acerca una reflexión sobre las crisis humanitarias que se producen en nuestros días. «Es un pintor del pueblo y para el pueblo y su calidad humana no termina en su oficio», elogió. «Los vecinos han compartido tiempo e ilusión -sus aportaciones junto a la inversión de la Caja Vital lo han hecho posible- en el edificio más visible de cualquier pueblos que es su iglesia. Y además, es una obra con memoria histórica», señaló Bermejo. Los cinco asesinados en la masacre del 3 de marzo aparecen como «sombras muy lineales y hetéreas».

El arquitecto Juan Ignacio Lasagabaster es otra de las figuras clave en la restauración de esta iglesia. El impulsor de la rehabilitación de la Catedral de Santa María confesó que las reticencias en los inicios del proyecto «se saldaron con la empatía». Además resaltó la capacidad del pintor, que reside en Zarautz, para desarrollar una obra «representativa del momento histórico» en la que lo contemporáneo se incorpora al «patrimonio» cultural alavés. «Es un colofón a toda sucarrera».

Xabier Egaña se despidió dirigiéndose a los vecinos de Antezana, que ha sido su segunda casa. «Ha terminado el peregrinaje. Me voy sin haber sabido decir todo a todos los que me habéis apoyado. La iglesia os pertenece».

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