Iberdrola mantiene su apuesta por los parques eólicos de Iturrieta y Arkamo

Portavoces de esta sociedad público-privada reconocían ayer que están a la espera de recibir esa documentación elaborada por los servicios forales de Sostenibilidad y Patrimonio Natural para «estudiarla con detenimiento» y preparar las medidas correctoras necesarias. ¿En qué consistirán estos cambios? Aún es pronto para determinarlo «hasta no tener en nuestro poder esos informes», añadían. Pero una cosa sí tienen clara en Aixeindar: no se renuncia a las ubicaciones elegidas en Arkamo e Iturrieta, que «están planteadas así en origen por una razón de peso: son lugares donde hay viento».

Pero esos dos parques también se proyectan en zonas de especial conservación (ZEC) y en ambos se aprecian importantes afecciones a flora, fauna y paisaje. Por Arkamo (Ribera Alta), sobrevuelan especies «muy amenazadas» como el alimoche, el águila real, el águila bonelli o el halcón peregrino, además de contar con doce tipos diferentes de murciélagos y plantas «singulares» como la arenaria vitoriana, el eguzkilore, el acebo, el narciso o el tejo.

Mientras que junto a los eólicos que se quieren instalar en Iturrieta (Llanada alavesa) hay áreas de bosques de encinas y hayedos en las que habitan el quebrantahuesos o el águila real y también requieren de una adecuada conservación.

El «negativo» impacto que pueden provocar unos molinos de 200 metros -su altura con las palas desplegadas- en esta flora y fauna y en la calidad del paisaje «supera el nivel admisible», según las consideraciones de los informes de Diputación, y supondría un «perjuicio muy grave sobre los procesos ecológicos esenciales y la integridad del espacio». Fuentes de Aixeindar reconocen que este tipo de proyectos se someten a diferentes estudios ambientales y periodos de alegaciones y, en los casos de Arkamo e Iturrieta, «también se busca que los parques sean lo más encajables posibles con el entorno».

Pero hay elementos que preocupan a los técnicos como el número de aerogeneradores previstos, 15 en Iturrieta, que puede repercutir en que se pierda su «carácter genuino» en La Llanada por los accesos rápidos, la contaminación «sonora y lumínica» y una «uniformización del relieve». En el caso de Arkamo se proyectan 19 molinos de viento, que afectarían a «los valores especiales de singularidad y carácter propio montano rural» que concurren en este paisaje natural.

A pesar de las alegaciones ciudadanas y de colectivos proteccionistas, las instituciones vascas y alavesas tienen una apuesta firme por las renovables. El impulso de este tipo de energías «no se puede parar», consideran en Aixeindar -proyecta otros tres parques en territorio alavés, en Labraza, Azáceta y Aramaio-, porque existen unos indicadores de sostenibilidad a los que «solo se puede llegar» con la geotermia, la eólica o la fotovoltaica y «porque existe en Euskadi un importante tejido industrial detrás» que trabaja en estos sectores de actividad.

La Ley de Cambio Climático establece que se debe alcanzar en 2030 una tasa de penetración del 42% de las energías de origen verde sobre el consumo final y Euskadi ronda en estos momentos solo un 7%.